domingo, 23 de diciembre de 2018

Homecoming. Primera temporada.

No es fácil pasar de Händel a Eels. Vivan las anguilas, las medicaciones que nos cambian, el olvido y el perdón, la persistencia y los sonidos que nos transforman. No es fácil de clasificar la primera temporada de Homecoming. Infiernos pasados que se tratados para reconducirlos... y poder volver al Infierno. Al que lleva mayúsculas. O a una casa con un riachuelo cerca donde no tener prisa en terminar de construir un porche de madera. O lo que haga falta. Y si hay que escuchar a Iron and Wine antes de poner una rúbrica, se hace. El olvido siempre está ahí, pero puede llegar a su antítesis en cualquier momento. Del Infierno a la Felicidad solo se tarda lo mismo que del cero al infinito. ¿O era de la Tortura a la Felicidad? ¿Cambiamos sustantivos cuando lo necesitamos? ¿Necesitamos cambiar cuando estamos en mitad del caos? Coda: Aunque siempre habrá la comparación esmailiana con Mr. Robot, esto es otra liga distinta, otro deporte distinto. Compatibles, pero diferentes.

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