lunes, 21 de febrero de 2022

Justified. Sexta temporada.

Termina la sexta temporada de Justified creyendo que hacemos, de vez en cuando, justicia. Pero es mentira. Ni existe la justicia, ni creemos en ella. Quizás podemos mirar para otro lado, podemos encerrar a un loco, podemos utilizar la Biblia con fines espurios, podemos bastardear hasta la náusea. Lo que haga falta. En esta sexta, se adelgaza desde el principio la base de la serie, cayendo personajes siniestros uno detrás de otro, pero dejando vivo a más de uno (o de una, o de une, ministra) que debería estar muerto (o muerta, o muerte, ministra). Justified no es una serie que nos recomendaría el Ministerio de (Des)igualdad, o el de Justicia e Interior, o el de Gracia o de Guerra. O Guerras. Justified necesita tiempo, va a su ritmo, pero es una gran serie que, pese a los errores finales, suele tener coherencia. Quizás sean los años pero cada vez más repito las palabras coherencia y reflexión, y Justified, casi siempre, cumple con esas dos palabras, con dos premisas. Es difícil encontrar a tipos, en las miles de series que podemos encontrar, a tipos como Raylan Givens y Boyd Crowder, a individuas como Ava, a policías que guardan buen licor en su oficina. Justified se cierra (de momento, que ahora entre tantas sagradas escrituras profanadas cualquiera resucita lo que haga falta) con una buena temporada y con momentos que mezclan aversión y atracción, ganas de asesinar y jodiendas con vistas a un pueblo del que, antes o después, hay que salir porque está maldito. Y nos encantan los malditos. Vivan Ray y Boyd y Ava. Hasta el final.

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