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martes, 7 de febrero de 2023
Happy Valley. Tercera temporada.
Antes del drama, deporte: lanzamiento de electrodomésticos a la policía. Estos británicos siempre adelantando un chiste en el velatorio, siempre poniendo una bromita en el caos, siempre bebiendo en la borrachera continua. Cuenta Leonardo Sciascia en su informe sobre el asunto Moro que varios de los pisos francos de las Brigadas Rojas fueron encontrados gracias a atasques en tuberías de edificios que propiciaron los descubrimientos y con un motivo parecido (el drenaje, siempre el drenaje) empiezan a aparecer huesos y cuerpos y huecos de balas en la tercera temporada de Happy Valley. Jubilaciones a la vista, pero antes, más deporte y sufriendo bien: ¿Quién dijo que no sufrir no es deporte? ¿Y qué responderías si te preguntaran sobre ocho años atrás? El pasado, siempre jodiendo la marrana. Viva San Cristóbal. Y las adicciones y la locura desatada, y dejar de creer porque ya no se puede mirar a ningún sitio. Y ese control coercitivo que se vende como otra cosa y el trapicheo nuestro de cada día. Y la confianza quebrantada, y comprar lo que no necesitamos para meternos en cebollas que solo nos hacen llorar o no buscan la ruina en todos los sentidos. Luego podemos creernos que esto es la repera, y que por discutir y por escribir buenos diálogos hay gente que puede llegar a orinar agua bendita. Una temporada correcta y llena de buenas intenciones. Se esperaba mucho más.
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