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viernes, 24 de noviembre de 2023
Hágase querer un Viernes Negro
En esas que estoy pensando (y pensar te mete en líos) en la necesidad del coheteo (o lo que se llame) junto a la catedral del antiguo reino valcarcil, después connerynato y ahora descampado pastorial sin rumbo ni brújula. La necesidad del postureo institucional, de las luces en noviembre, de los ruidos y los atascos de una Murcia convertida en rebaño sin pastor (ni de cerdos ni de hoodinianos sin arma con la que ser Guillermo). Y ya puestos a imaginar, uno imagina, notredameizándolo todo, en un incendio. En las madres mías. En los ficus caídos. En las discotecas. En la necesidad reconvertida en necesidad, porque la cohabitación acabó (ya no hay exconcejales de Los Alcázares, o de Caravaca, o de ningún sitio) a los que culpar. No los hay. Hay males necesarios. Lo dicho: Hágase querer en un Ballestódromo un Viernes Negro, en todos los sentidos.
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