martes, 23 de julio de 2024

Sugar. Primera temporada.

Empieza Sugar con una razia japonesa, con una razia que nos muestra a un tipo dedicado a encontrar a desaparecidos/raptados. Pero Sugar va a su aire, aguanta el alcohol como nadie, tiembla como nadie, está obsesionado por el cine clásico como nadie y se comporta como un caballero como nadie (hasta que deja de comportarse). Deja pistas sobre el lado oscuro la serie desde los créditos, porque nada es lo que parece, o lo que parece ser, o debiera parecer. Los secretos ocultos del viejo y el nuevo Hollywood, con encuentros con entidades que van dejando pildoritas de lo que podría ser el centro de la historia. Pero no vale desviarse del tema, que entonces Sugar saca los puños, las balas, el móvil o lo que haga falta. Aquí hay adicción (“un yonqui lo es para siempre”), pero si en este mundo hemos venido a sufrir, habrá que buscar una alternativa (“en este mundo ya hay suficiente sufrimiento sin que yo contribuya”). Vuelve a plantear Sugar la eterna pregunta de etiquetar, de poner el papelito adhesivo a algo que es difícilmente clasificable. Viejo aroma a cine negro con pinceladas fantásticas.

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