domingo, 3 de agosto de 2025

The Pitt. Primera temporada.

The Pitt va haciendo preguntas en cada uno de sus episodios. Pero no solo preguntas de adjuntos a residentes y de residentes a internos (o lo que sea cada uno), sino sobre la vida. The PItt son las preguntas de la vida: creencia o no en Dios, relaciones entre padres e hijos (en su versión clásica o en la nueva versión de familias muy distintas), aborto, eutanasia, vientres de alquiler, atentados, soledad, vicios, desamor vestido de otras muchas cosas, maternidad solitaria, covid y todo lo que no vemos también está. Y en la inmediatez de la urgencias, siempre hay poca reflexión y mucha acción, mucha sangre y reflejos. La sangre y la enfermedad sacan lo peor y lo mejor, lo borde y lo primigenio y siempre hay que escoger: “Elige las batallas, no seas la que grita que viene el lobo”. Pero siempre hay lobo, ovejas muertas. Y pisar el pedal: “Tienes que frenar, respirar y escuchar, no juzgar a las personas”. Pero lo de no juzgar es imposible, una maniobra fuera de lugar “porque hay una delgada línea entre seguridad y arrogancia”. Y hay que tomárselo todo a chufla, o no salir a la calle, o no desconectar máquinas y creer que todo sería deprimente si no hacemos lo que nos gusta: “Tenemos TDAH y cualquier otra cosa sería aburrida”. Pero nada es perfecto, por mucho empeño que pongamos, y por mucho talento que reflejemos, no siempre los planes salen bien. Y apostillan en The Pitt: “Estar aquí significa que a pesar de lo buenos que seamos cometemos errores y puede que se nos muera alguien”. Las urgencias y todo lo demás y saber que “al trabajo se trae educación, no nuestras cargas”. Y puestos a hacer preguntas y a meter a Dios en el asunto, nos preguntamos. “¿Hoy toca rezar por si hay milagros?”. Una gran sucesión de preguntas sin fin en esta gran primera temporada de The Pitt.

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