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martes, 23 de septiembre de 2025
The Office. Sexta temporada.
Silencio y fuentes que hay que comprobar. Algo de historiografía, entre máquinas de latas y patatas en The Office para empezar la sexta temporada: “Es maravilloso ser el centro de atención”. ¿Qué pijo es un cotilleo racial discriminatorio? Y ese primer minuto del segundo capítulo hablando de colonoscopias… Y la envidia a las glándulas en gestaciones ajenas. ¿Cómo se puede reconstruir una locomotora de finales del siglo XIX en un matadero? ¿Los pomelos toman decisiones difíciles? ¿O no las toman? ¿Se puede dar gelatina con tequila a los maratonianos en el kilómetro 30? ¿Seguro que no? Nada, “porque lo que ocupa el tiempo son las siestas”. Las siestas y esos “fetos de 100 gramos que cortan el bacalao”. De cien gramos, sin balanza y sin proteína en polvo, ni Omega 7, ni 3, ni probióticos. ¿Se puede votar para evitar el embarazo de la compañera de trabajo? ¿Puede uno reservarse el derecho a pelarse los huevos duros en el trabajo en su mesa? ¿Las madres llevan siempre algo de picar en los bolsos? ¿Los criminales son como los mapaches? Quizás, “vivir sin miedo es bueno”. The Office sigue llegando al extremo la locura, la roña del chascarrillo, ese pegamento que te hace pensar entre la Italia de la mafia o la locura del manicomio. Viva el papeleo: “No aportas nada al planeta y debería fumigarte. Eso quería decirte pero no lo diré porque eso estamos aprendiendo ahora en el curso de sensibilidad”. ¿Se puede terminar un capítulo parodiando Scarface? ¿O era una imitación? ¿Cómo son las personas que son educadas en familias que no utilizan la palabra consecuencia? Partos, vertederos y un día de San Patricio institucionalizado en un manicomio aún más institucionalizado. No para The Office en su locura absoluta: “¿Tenemos algún problema? El desempleo”. Y siempre hay algún tipo, extraño o muy extraño, que sabe mucho de pus. Rizando el polo cocodrilicio, nos lleva SC a preguntarnos sobre una habitación con Hitler, Bin Laden y otra persona y una pistola con dos balas. Mejor no pensar. ¿Qué no pasaba en Big? ¿Somos más de Pantera Rosa o de Mr. Bean? ¿Se pueden guardar diez minutos de silencio en memoria de Michael Jackson? ¿Somos más de Matrix o somos más de El curioso caso de Benjamin Button? Bebés de nutria, máquinas que explotan y todo lo demás. Y todo lo demás, también.
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