miércoles, 3 de octubre de 2012

The Walking Dead. Segunda temporada.

No entiendo como se acabaron los refrescos de cola en Georgia. En la Georgia yanky, digo. En la Georgia del Sur. Demasiados capítulos para la segunda temporada de The Walking Dead. Y encima con menos caminantes. La cabra tira al monte, y, los que huyen, al campo y a la granja. Y en la granja todo se ralentiza, y mueren gallinas, y la filosofía se va al lado oscuro, y las flechas hacen su papel, y las farmacias engendran peligro, y la fe mueven graneros, y las fiebres se transforman, y los miércoles no se reflexiona... y de los pajares se puede esperar cualquier cosa. En fin, que esperaba mucho más, más divertimento y menos supervivencia. Sí, es cierto, la supervivencia está sobrevalorada, tanto o más que las depresiones de Cristiano Ronaldo. La lentitud irrita, sobre todo cuando no se conoce, cuando no estamos acostumbrados a ella, cuando solo tenemos centésimas para vivir la inmediatez. Lo mejor de los caminantes, como de los políticos, no conocerlos. Y todo lo demás.

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