lunes, 8 de septiembre de 2014

La caja china

Allá por abril compré La caja china, en este año desértico en tantas cosas, y es precisamente en una mañana de abril cuándo acaba la historia de La caja china. No es comparable a Las pirañas, ni a En Bayona, bajo los porches, pero me gustan las historias que describe Miguel Sánchez-Ostiz. Con la premisa de la búsqueda, de lo general a lo particular, de lo fraternal y sus daños colaterales, nos ilustra sobre personajes perdidos sin remisión. Todo es bruma, todo es niebla en la vida. ¿Cuánto de real tiene la imagen que damos ante los demás? ¿Cuántas sombras escondemos? ¿Podemos realmente ser dignos de nosotros mismos? En esa búsqueda, nunca se sabe si provechosa, el protagonista vuelve a las andadas, a las noches interminables, al final de una partida que se repite día tras día. La sombría existencia del pan nuestro de todas las comidas, aunque los riñones al Oporto a cada uno nos gustan de una manera. Con un último capítulo explicativo, La caja china se deja querer. Otro libro imprescindible para los que dormimos pocos, para los que disfrutamos de la noche con buenas páginas bajo la luz. Y todo lo demás.

2 comentarios:

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

"Sé tú mismo repetimos una y otra vez, pero para ser yo mismo ¿Cómo tengo que ser?.... "

supersalvajuan dijo...

Gente incompleta en su mundo. Cierto.