miércoles, 29 de junio de 2016

Hap and Leonard

La derrota continua es una de las premisas de la primera temporada de Hap and Leonard. Con caras reconocibles de The Wire y Mad, con los 80 como reloj y escenario sureño, un ejército de perdedores se juntan para recuperar un tesoro en un río olvidado de la mano de Dios. Demasiados dioses que han olvidado a demasiados seres. Otra vez. Pero coger flores no da para comer, ni poner hamburguesas, ni vivir con una cara impostada, ni poner música electrónica a la hora de asesinar. Con un penúltimo capítulo memorable y un último para aclarar dudas, Hap and Leonard nos enseña un escenario peculiar en un entorno de soul y moscas, de perros fieles y carreteras cortadas. Pero no siempre los jipiosos, los de fraternidad y tripis, vencen. No siempre. Engañan y salen engañados, matan y salen muertos, desgastan y salen desgastados. La derrota como cicatriz, el pasado que une de por vida, la muerte que todo lo iguala. Pero siempre hay un secreto que une, por más que nos diferenciemos unos de otros. Los verdaderos amigos se descubren, de verdad, en tres lugares: cárcel, hospital y cementerio. Hap and Leonard demuestra que todo es difícil, que la vida es tortuosa y jodida, cabrona y miserable, hijoputez e insensatez, pero siempre hay un rayo de esperanza. O varios. O disparos para saldar cuentas. O la caridad como rendención. Y todo lo demás.