Hace 47 minutos
lunes, 25 de julio de 2016
Syllabus Errorum
Como el Liberalismo era pecado para Pío IX en su encíclica Syllabus Errorum, cualquier cosa es pecado. Votar a Ciudadanos, pecado. Inflart(te) a berenjena a la plancha, pecado. Podemos hacer una lista, sin Michael Ende, casi interminable. ¿Por qué no existe una palabra concreta para "casi interminable? Votar a Podemos, pecado. Eso seguro que es pecado. Votar al PSOE, pecado. De los del PACMA no habla, que supongo que no se habrán recuperado después de la representación que obtuvieron en las últimas elecciones. Visitar al peluquero de Rajoy, o a la de Cospedal (¿a qué viene ese pelo corto), supondría una penitencia máxima. Encerrar(te) un verano para ver todas las temporadas de True Blood y de Hijos de la Anarquía del tirón, pecado de los más graves. El problema de Syllabus Errorum es actual. Pensamos que cualquier cosa, cualquier letra, cualquier separación, cualquier unión, es pecado. Y cada uno lleva implícito una serie de explosiones vitales a las que hacer frente (otro día hablaremos de las explosiones de Braindead, de Trump, de Clinton, y de los pecados de los norteamericanos, que no son tan pecados como los de Europa Occidental, o son pecados de otro calibre). Lo que hizo la becaria de Bill Clinton supera la estimación pecaminosa, habría que crear otra escala, ya que hasta Richter se queda corta para esas mierdas. Todo es mentira, todo es pecado, todo es superficial.
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3 comentarios:
Pensar que todo es pecado tiene que ser, seguramente, pecado.
Hombre Salvador, todo no puede ser pecado...
El pecar no se va acabar...
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