Hace 50 minutos
viernes, 22 de diciembre de 2017
Peaky Blinders. Cuarta temporada.
Ha vuelto Thomas Shelby por Navidad. Por la Navidad de 1925. Y dando consejos a aquellos que se salvaron justo cuando tenían una soga en el cuello. Sexo, güisqui y libertad. ¿Qué más se puede pedir? Vaya puto crack Tommy, recordando lo que ya no tenemos y lo que pudo ser, recordando a los muertos y deseando muertes. Y el resto a lo suyo: pistolas, cocaína... y putos pájaros. Putos pájaros. Todos los pájaros del mundo deberían estar muertos. Sí o sí. ¿Quién no quiere discusiones en Nochebuena? Yo sí. Siempre. Empresas Shelby pagando coches, y chóferes. Y lo que haga falta. Y la puta sacrosanta paridad, y huelgas por el Boxing Day y lo que haga la jodida falta. Orden del Imperio Británico. Y la mano negra, y la puta mafia siciliana. Y los posos del café, embarazados; y los gitanos, emboscando italianos; y la mafia, al norte y al sur, en toda la maldita ciudad de Birmingham; y las peleas de los pesos medios del Midlands; y mujeres que muerden como yeguas y Shelbys que muerden que las nuevas a las que adoras; y mitines y aprender que una mujer no puede beber sola en un bar (o solas); y botas de hombre para recorrer un sindiós de camino; y hospitales de encierro, y acuerdos tácitos para acabar con la familia, con la propia familia; y la vuelta de Alfie, y el olor a ginebra y a ron; y las huelgas que todo lo paran y las huelgas inventadas, y la pintura de uñas de mujeres en mitad del carbonífero ambiente; y la destiliría y la revolución y la lucha de clases y los que dicen que no reniegan de su clase mientras que muestran su ascenso. ¿Y si los comunistas hubieran llevado la revolución adelante también en Europa Occidental? ¿Qué hubiera sido de nosotros? ¿Qué se puede vender ante una ginebra no demasiado dulce? ¿O si era lo demasiado dulce? ¿La ginebra era un pasatiempo mientras que en Yankilandia había ley seca? Enebro, patatas, agua, azúcar... Buen invento. Perfeccionable, pero buen invento. ¿La ginebra lleva a la melancolía? ¿De verdad? ¿El ron incita a la violencia? ¿De verdad? ¿El ron te quita la inseguridad? ¿De verdad? Y si lo dice Tommy, va a misa, aunque solo hable de la ginebra que hace con la receta de su padre: "Destilada para la erradicación de la aparentemente irremediable tristeza". Y en mitad de esa guerra, en mitad de esa batalla interminable, surge la opción barata. La del dinero. La de vender(se). Todo se compra. Todo tiene un precio. Todo es mentira. Y si hace falta acabar con todo, se acaba con todo. Incluso, con la democracia. Viva el laborismo, viva la cobardía, viva la gorra con cuchillas y vivan los que sacan los ojos a otros. Vivan los Peaky Blinders. Y todo lo demás, también.
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4 comentarios:
¿De verdad?
¿De verdad qué?
Lo has escrito tú, unas cuantas veces. Porque yo creo que sí, no necesito preguntarmelo
No sé por donde vas...
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