lunes, 19 de noviembre de 2018

Narcos: Mexico. Primera temporada.

Cambia la perspectiva, el origen, pero la esencia es la misma. Y sigue teniendo, como en Narcos, un problema de sonido. La mitad de veces no se escucha bien, y no se les entiende al hablar. O seré yo. Narcos: Mexico no deja títere con cabeza. Reflexiona sobre la ambición, sobre querer más aunque no tengas en que gastarlo. Y al final, te aburres de tanto dinero. Espero verme en la tesitura algún veintitantos de diciembre. Todos quieren más, pero hay muchos filtros. Corrupción, PRI, mirar para otro lado. Los tipos que más tenían eran los que estaban más solos. No había cómo aguantarlos. Y a los que los perseguían, igual. Y todo en el año de nuestra plata: 1984. El año del mayor alijo de la historia. Y ante tanta bomba mediática, y con Nancy haciendo propaganda, se aceleró el asunto. Los mismos tipos que hicieron las campañas de publicidad en Yanquilandia eran los mismos madmen que iban de coca hasta arriba. Y todo supervisado por El Padrino, Miguel Ángel Félix Gallardo. En las previas del Mundial de fútbol, carteles incluidos, El Padrino se encargó del suministro de nieve a los gringos por tierra, mar y aire. Mucho Sauza, blanco y del otro, mucho teléfono dorado. Mucho de todo para esconder esa soledad. ¿Cuánto es suficiente? ¿Para qué trabajamos durante horas y días y años? ¿Todo para qué? Mucha foto rota, mucho cuento de Blancanieve, mucho detalle para escupir en el mar. 4 años les costó. Pero lo consiguieron. Y luego era darle hilo a la cometa. Vómito y ensoñación, querer y no poder, hierba sobre hierba. Todo tiene un precio. Y cambió, y Reagan lo aprovechó. Y todo lo demás, también. Coda: Y si tiene que sonar el Sufre mamón de Hombres G, que suene.