Hace 20 minutos
sábado, 14 de noviembre de 2020
Helvetica. Primera temporada.
En los países artificiales, todo es mentira (también). Bombas racimo, policias corruptos, bombas, mamadas que meten en líos, emigrantes kosovares que juegan a la mafia, prostitución, perros que agonizan, familias destrozadas, verdes paisajes que engañan una y otra vez, ceremonias de la confusión en mitad de esa gran mentira, con minorías no asimiladas que llevan a la ruina. La primera temporada de Helvetica no deja títeres con cabeza, muestra las falsedades de una sociedad que no tiene cimientos sólidos y que hace desconfiar hasta de tus más fieles seguidores. Y la amistad, otra gran mentira. Helvetica es un ejercicio de redención, de saldar cuentas con el pasado de muerte y accidente, de amigos que no son amigos sino asesinos, de presidentas sin escrúpulos, de política hecha por lastres políticos (siempre hay una Adriana en la confederación y en la autonómica España). Firmas que esconden mierda, acuerdos que esconden mierda, vidas que son mierda porque no tienen otra cosa que esconder.
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