miércoles, 19 de enero de 2022

Red Light. Primera temporada.

Red Light nos lleva a ausencias y silencios, a oscuros secretos y a esas ironías de la vida que te llevan a cuartos con poca luz, a alcohólicos anónimos, a videos con poca ropa en móviles ajenos, a hospitales que colapsan con palabras inesperadas, a matrimonios que esconden el desamor y jodiendas con vistas a un negocio que se perpetúa hasta la eternidad. Y no solo en móviles, que hay ordenadores familiares que los carga el diablo. Hay nubarrones en todas las casas y luego se despierta la tormenta y es un no parar. Disciplina que no siempre se entiende bien, rutinas que te llevan a caminos insospechados. Mafias al poder. Y los celos, otro gran invento que te mete en líos. Red Light nos lleva a la reflexión sobre la confianza, la propia y la que depositamos en los demás, la que mantenemos cuando el gran apagón nos lleva a una vida de tinieblas. Pero cuando creemos que ya lo hemos visto todo, nos damos cuenta del egoísmo que muestran los personajes y que son contemporáneos de todos nosotros: la madre que reniega de ser madre (y no se soporta), el hombre que se siente dueño de su rebaño de mujeres, el padre que tiene el fin que se merece, la mujer que mira su reloj biológico marcharse como Usain Bolt y el traidor que no aparece como tal hasta el final. Red Light deja buenos momentos tanto en miradas como en puntos suspensivos, tanto en ausencias como en letargos porque al final solo disfrutamos con lo que sabemos hacer muy bien aunque eso nos meta en problemas.

No hay comentarios: