domingo, 1 de septiembre de 2024

El encargado. Tercera temporada.

El encargado no siempre deja buen sabor de boca, pero no hemos venido a esta vida a hacer gracietas para los sin gracia. No. Faltaría más. Si entramos en el tempo es para mandar a la mierda a los fariseos, a los falsarios, a los secuaces de un poder corrupto hasta el tuétano. Es cierto que no siempre las compañías son buenas, pero es lo que hay en el lienzo: chusma variada, con o sin traje. Y ese pasado, el que te dejó de lado, también tiene un espacio en un capítulo inolvidable, lleno de humor y rencor, de preparación y engaño, de fruta podrida y ejercicio de invisibilidad futura. Ahora que nos preguntamos tanto por la calidad de los líderes, debemos ir un paso más allá: debemos buscar la eficiencia, cueste lo que cueste. El encargado no va de quedar bien. No. Va de eficiencia. Y si tienes que ser un cabrón para ser eficiente. O eso entiendo yo. Aquí no hay odas baratas sobre el futuro. El encargado, cargado de matices y sarcasmo, va del ahora, de aprovechar la situación y tiranizar a la gentuza, porque muchas veces hay que sacar el látigo para que borrico entienda que camino solo hay una y en la cuneta se queda mucho animal.