Hace 1 hora
domingo, 21 de diciembre de 2025
Blue Lights. Tercera temporada.
“Lo seguro no existe. Ni aquí ni en ninguna otra parte”. Con esas palabras del capítulo seis de la tercera temporada de Blue Lights se resume ese estado de inquietud al que lleva esta cuarta parte de un día porque “todo lo bueno puede desaparecer”. En cualquier momento. BL, a la que pusieron entre peana y altar los que designan el rasero de la barbaridad de creaciones (en número, no siempre en talento), va creciendo en esa Irlanda del Norte en la que se cruzan disidentes republicanos, mafiosos de la droga, policías que pasan de la inexperiencia a la supervivencia (en ese trabajo no siempre vale la antigüedad en el cuerpo, todo puede pasar en cualquier momento) y gentuza variada que puede hacerte volar en los bajos del vehículo, en cualquier cruce de calle o desde la distancia con un buen disparo con vistas al acantilado. Y en ese caos norirlandés, disfrazado de paz resquebrajada (o de bajada de pantalones, o de imposible olvido), vemos bastante sangre en las manos y copas que se clavan en el lugar menos indicado, vemos rosarios que pasan de coche a casa y de casa al infierno, pero, hasta en el peor de los olvidos, “a veces necesitas una canción”. Y esta canción, la de BL en su tercera temporada, tiene buenos acordes, aunque “cuando se acaba, se acaba”. Si no se pueden hacer planes en esta vida, en el Ulster, menos todavía, lleves o no los zapatos de payaso puestos cuando te metes en un jodido lío. En ese trozo de tierra, que queda a un salto de Escocia, siempre hay buenas frases subrayadas, esta vez, en boli azul: “Tu conciencia es como las tetas de un gato”. Y como todo es mentira, únicamente nos queda una cosa: “Fe contra mierda”. Aunque la fe, a veces, no es suficiente para luchar contra todas esas cosas que nunca queríamos saber. Nunca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario