domingo, 27 de enero de 2008

Una canción del pasado

Estoy preocupado. No solo por el dolor. Sino por el olor. No es que el Voltarén no hace su trabajo, sino que huele como el Aután. ¿Qué tiene que ver un medicamento con un repelente de insectos? Tendré que buscarme otro medicamento del día.

La bebida de hace un rato fue un vino joven. Es una formula que nunca falla. Aguja gasificado. Que bien suena. Aunque Alfonso recomienda fervientemente otro que seguro que no falla. Se llama Aalto, como Alvar, pero con otro sabor y sin curvas raras, ni sillas deformes.

Estoy triste por Ana. Ella nunca debería perder. La derrota en Australia nos duele a todos. Ya no más madrugadas pendiente de Ana. Pero por lo menos ganó María.

La película del día. Una peli como las de antes. Se llama Una canción del pasado. Una historia de leyendas caídas, de perdedores sangrantes ante la derrota previsible. Reflexión sobre la lucidez de la imposibilidad de la victoria. Todo muy bien regado con el mejor alcohol del mundo. No hay que perderse la escena en la que Lawson Pines se desayuna algo regado con una buena Seagram's. Y Travolta está inmenso, incluso con un pie azul. Su papel de Bobby Long, un ex profesor universitario de Literatura en horas etílicas es inmenso. El ambiente de Nueva Orleáns le da un contexto de batalla fatal, de personajes desesperados que esperan una muerte en un contexto a veces asfixiante, a veces mágico. Gentes al margen del ruido urbano asqueroso. Y todo en un contexto de buena literatura, con referencias continuas a Dylan Thomas (el poeta borracho y bohemio por excelencia), a Hemingway (el que se disparó con una escopeta, y que decía que se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar), a Jorge Luis Borges (que aseguraba que si uno admira a Napoleón, también puede admirar a Hitler, y eso sería terrible), a William S. Burroughs (otro de los grandes que aseguraba que un hombre no puede tener peor destino que estar rodeado de almas traidoras). En fin, una película imprescindible que deja frases lapidarias. Algunas merecen ser destacadas. Los libros son mejores que la vida, por eso son libros. Decía Borges que para él el Paraíso debía de ser una especie de biblioteca. Leemos demasiados libros. Está clarísimo, debemos releer sólo lo imprescindible. Contribuye sólo a tu propia muerte. Cuando un grupo de alcohólicos desconocidos se ponen en común salen joyas como esta. Y sobre la música hay una que ejemplifica hasta la saciedad la porquería postmodernista en la que vivimos, el pastiche, copia fotocopiada de mierda, lo peor de lo peor: Todo lo que vale la pena está en vinilo. Pues eso. Nos quedará algo después de verla, aparte de la visión ética del alcohol. Contribuye sólo a tu propia muerte.

1 comentario:

alfonso dijo...

Aguja gasificado, o como dirian Juan y Jaime:"Vino PICOSO".Lo del ALTO esta bastante bien,pero se de otro Riberita de chapó,más difícil de encontrar(incluso en Saavedra Fajardo,15)un Pago de Carraovejas del que te venden sólo 3 botellas por cabeza en la bodega, y da igual que seas de percentil 95 en perimetro craneal....