viernes, 25 de diciembre de 2009

La chica Einstein.


He de reconocer que no conocía a Philip Sington. Ni la más remota idea. Me llegó el Newsletter de Alfaguara y allí apareció La Chica Einstein. La portada ya engancha. Sington te engatusa con una historia clásica de engaños y olvidos. Chica que aparece y no recuerda nada. O casi nada. Y algo turbio, oscuro, incluso obtuso. Y una inclasificable relación con don Albert Einstein. Tito Alberto. Y de fondo y trasfondo, entre tambores, esvásticas y quema de libros, Adolf Hitler llega al poder en Alemania. Convulsos años 30, convulsa vida la de antes, la de ahora y la que vendrá. Sington va entrecruzando depresión, locura, euforia, desamor, desesperación, lujuria, amistad, pasión y todo lo demás en unas 490 páginas que se leen excelentemente rápidas. Muy rápidas. Muy rápidas. Es lo que tienen las buenas novelas. Y encima, como ya dije hace poco por aquí, te engancha con una cita inicial de la Política de Platón que no deja indiferente a nadie: “Aquel que es incapaz de vivir en sociedad, o que no la necesita porque se basta a sí mismo, es o bien una bestia o un dios”.
Ufff!!! Después de ganarse unos puntos en la Bolsa de las emociones, sólo queda esperar. Entrecruza el arte epistolar con la narración de siempre. Y eso, es la Alemania de 1933, era una manera de escapar. Hay veces que es mejor no tener un nombre porque un jodido apellido puede meterte en problemas. Soledad y locura y todo lo demás. Y deja muchos interrogantes, líneas conclusivas que buscan una explicación en tu interior. ¿Qué harías si tu prometido te abandonara? ¿Dónde te meterías?
Y muchos asuntos más. ¿Cómo contar a alguien que tienes la sífilis? Dos ejemplos del comienzo del libro que te hacen pensar como es debido. Y el proceso interno de degeneración de personas y naciones: el antes y el después de Albert Einstein, la relación con su familia, la búsqueda de soluciones incluso donde no las hay, la enfermedad más sanguinaria, la música como única vía de escape, las secuelas morales de la guerra, la importancia del tráfico de influencias, la falsedad idealizada.
Todo es relativo, no hace falta ser Einstein para constatarlo: el espacio que ocupamos, los sentimientos que no tenemos hacia alguien e incluso yo. Pero que se le va a hacer. Todo es relativo, todo es mentira. Aunque, como dice en la 238, “siempre hay esperanza”. Pero realmente, ¿para qué queremos la esperanza? ¿Nos puede salvar la esperanza de este asqueroso mundo?
Los héroes son los que llevan los cementerios y los manicomios. De eso no tengo duda. Y todos escondemos algún secretillo que podría meternos en una cebolla. Y, ya puestos, es mejor no saber una media verdad. Y otra frase einsteniana que Sington cita en el libro: “La imaginación es más importante que los conocimientos”. De eso no hay duda. Se puede ser el tipo más inteligente del mundo sin el Graduado en Educación Secundaria y ser un gilipollas profundo con 4 licenciaturas en tus espaldas. Y todo lo demás.
No me puedo resistir a olvidar la referencia que hace la nota histórica del final de la novela, en la que se recuerda un día cualquiera, un 14 de julio de 1933, fecha en la que se promulgó la Ley para la Prevención de la Progenie con Enfermedades Hereditarias, que a resultas provocó la esterilización involuntaria de 400.000 personas en Alemania. Además, esta nota histórica, también recuerda que entre 1939 y 1945, en torno al cuarto de millón de personas con discapacidades físicas o mentales fueron asesinadas en una operación llamada t4 bajo el mandato de Eugen Fischer.
Aunque sea 25 de diciembre, y todo el mundo crea en la felicidad, hay cosas que no debemos olvidar. Y punto.

6 comentarios:

rakel dijo...

PASAMELO.

Anele dijo...

Voy a necesitar más de un mes de vaciones fisico mentales en un retiro con acordes de violín para leerme todos los libros que me he comprado más los que voy apuntando.

Me lo apunto
;)

Anónimo dijo...

tomo nota...

Anónimo dijo...

Es la primera vez que veo una presentación de un libro de esta forma, será que leo poco, será que nos quieren hacer leer más, va a ser que los publicistas empiezan a leer las novelas.

Un saludo

http://vferrero2009.blogspot.com/

La sonrisa de Hiperion dijo...

Estoy de acuerdo contigo... hay cosas que no se deben olvidar nunca.

Saludos y un abrazo enorme.

alfonso dijo...

SI, buena pinta, guardamelo para cuando los crios esten en el instituto