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martes, 12 de julio de 2011
The Killing. Primera temporada
Me quedé con la boca abierta viendo la primera temporada de The Killing (versión americana, no la original danesa). Había leído en distintos lugares que la búsqueda de Rosie Larsen y de su posible asesin@ era comparable a la de Laura Palmer. Aquí, a territorio valcarcil, nos enganchamos a la segunda temporada porque las privadas, como no había AVE (como ahora), llegaron más tarde. No está David Lynch al frente pero es una serie de las que te enganchan. Y, vista del tirón, aún más. Deseando estoy una revisión, y, acabo de terminarla. Si nada es lo que parece, The Killing es un espejo de múltiples reflejos y ángulos posibles, añicos mentirosos y llantos de sangre. Todos los personajes, más o menos importantes, dicen algo: una niña que no es tan niña como se creen; una detective incansable y que sabe renunciar a muchas cosas; un concejal que haría lo que fuera por ser alcalde y un alcalde que haría lo que fuera por seguir siendo alcalde (también, lo mismo que sigue ocurriendo en el 2011); un nuevo detective que aparenta ser un yonki y esconde muchos asuntos; una madre destrozada y un padre que se la juega por su esposa; una tía que trata a su sobrina como debe; un porfe que se acerca mucho a sus alumnas e incluso llegando al matrimonio; relaciones familiares varias. De todo lo demás, The Killing, mucho mejor. Lo que más me gusta es el énfasis de los inicios de cada episodio y su triunfante manera de acabar. No lo había sentido desde hace varias series. Palpitaciones de las buenas. ¿Y qué voy a hacer yo ahora sin The Killing? Pues la verdad, no lo sé, pero la espera, aunque ansiosa, será agradable, pues es una joyita. Y vivan las galletas danesas.
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