viernes, 13 de julio de 2012

Diario de un interino en paro (XII)

Como buen viernes sin vigilia, toca limpieza y dejar los espejos relucientes. Gracias erreele, todo te lo debo a ti. Pero, después de la muerte, siempre llega la resurrección... y el agua de Espinardo, que no falte. Y todo lo demás.
Coda: tanta carne y yo sin dientes vigilianos. ¡Quieto, muere, resucita! ¿No les parece algo raro? Pero esta vez no me he vuelto a levantar No, no conozco a ningún Lázaro A quien poderle ahora preguntar Yo ya estaba acostumbrado, Yo tenía mi rutina En el suelo de un supermercado En el fondo azul de una piscina Una voz desde lo alto: “¡Quieto, muere, resucita!” Una voz desde ahí arriba: “¡Quieto, muere, resucita!” ¡Oh no! Sí, son bonitos sus zapatos, Hizo muy bien en no irlos a devolver Disculpe, me estoy enfriando, Lamento que ahora tenga tanto que hacer Cuando duraba un momento, a todo el mundo siempre iba a sorprender Y si duraba mucho tiempo, en una caja y muy elegante Ese día muy sólo a casa tendría que volver Una voz desde lo alto: “¡Quieto , muere, resucita!” Una voz desde ahí arriba: “¡Quieto , muere, resucita!” ¡Oh no!

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