domingo, 13 de septiembre de 2015

Mr Robot. Primera temporada

Entre horarios de mierda, disgustos, jodiendas con vistas al ordenador y visitas a pisos, empecé a ver Mr. Robot. La impresión primera con Mr. Robot te lleva a un pudding realizado con una mezcla de extractos de V de Vendetta y Réquiem por un sueño. Uno de esos cócteles que al principio iluminan, luego se saborean mejor pero que dejan un punto de amargura. Nada que no nos provoque desolación y darle hilo a la cometa de la imaginación. Quizás chirríe un tanto Christian Slater, imagen ilusoria de lo que fue en un pasado con tienda rara. Los jóvenes protagonistas que llevan el peso de la acción transmiten, dejan sensaciones destacables con momentos de tensión que no desmerecen en nada a la serie. Si de darle a la imaginación se trata, el mundo de los hackers drogota llama la atención de una sociedad yonkicapitalista como la nuestra. Pero la serie da un vuelta de tuerca y busca los límites de dicha sociedad, como acabar con sus excesos, deficiencias y prejuicios. Y puestos a hackear, nos metemos en jardines y perfiles ajenos, en merienda con y sin negros, en historias para dejar de soñar y meter(nos) en un infierno. Todos necesitamos un Apocalipsis, pero a nuestro debido tiempo. Todos necesitamos visiones iluminarias para acabar con la desesperación aunque en ese zoo en el que acabamos, esa lata de sardinas que nos oprime no sea exactamente lo que esperábamos. O tal vez si y no lo queramos asumir. Y todo lo demás.

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