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miércoles, 18 de mayo de 2016
Marseille. Primera temporada
Ya no suena Míchel en Marsella pero la primera temporada de Marseille me ha gustado. He leído en varios sitios/lugares/blogs palabras descalificadoras sobre la primera temporada de Marseille. Lo más repetido es lo de House of cruasáns. E incluso despectivamente. Nunca la elección de un alcalde cocainómano fue tan acertada como la nariz de Gerad Depardieu. Nunca. Y no lo hace mal. Está para pocos trotes, está muy grueso, no podemos esperar que gane una carrera de 100 metros lisos, ni de salto de longitud ni poco más. La carrera de esta primera temporada empieza con la posible construcción de un casino en Marsella y desde el segundo capítulo se traduce en la lucha entre alcalde y vicecalcalde, ambos del mismo partido, por la alcaldía marsellesa. Entre medias, mujeres cornudas, enfermedades degenerativas, niñas ricas con ínfulas periodísticas, barrios peligrosos, yates con dueños aún más peligrosos, cárceles con oscuros secretos, equipos de fútbol tapadera y todo lo demás. El recuerdo de la época de Bernard Tapié es evidente a lo largo de estos ocho episodios, incluso con un duelo entre el Olympique de Marsella y el PSG en el Vélodrome remodelado en 2014. Me tomaré un cruasán, tres gintonics o los que hagan faltan a la salud de los críticos de esta primera temporada de Marseille. Y punto.
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