miércoles, 1 de noviembre de 2017

Mindhunter. Primera temporada.

Una vez que está el nombre de David Fincher ya empiezas a poner las orejas tiesas, empiezas a poner(te) en tensión, empiezas a. Empiezas. Empiezas a hacerte más y más preguntas aunque, por momentos, la primera temporada de Mindhunter no sea agradable. Dos colgados, cada uno con sus cuitas personales, empiezan a entrevistar a colgados en cárceles, a sacar perfiles, a dar instrucciones a policías de puebluchos, mientras siguen investigando sus casos con el FBI. El problema es la desconexión. Es difícil olvidar la mierda cuando trabajas rodeado de ella (y todavía no estoy hablando de la ESO ni de los ministros españoles de Educación de los últimos cuarenta años). Esa mierda, antes o después, afecta, te guste o no tu trabajo, disfrutes o estés odiando todo el día tu maldito trabajo. Afecta, influye, jode la vida diaria, casi o tanto más que dar clase en 1º de la ESO. Y en 2º. Incluso en 3º. Y no hablemos de 4º. Pero a lo que vamos, que luego dicen que soy fugaz, barbudo talibánico y otros tantos adjetivos más que no es hora de acumular en este Gintonicdream. No es hora (todavía). Mindhunter saca la bilis más mórbida, los riñones que dices que no disfrutas públicamente pero en los que te recreas en la soledad. Mindhunter es pasión, fetichismo, locura, kilómetros en coches incómodos, asesinos en serie que piden tabaco o bebidas gaseosas para olvidar por cinco minutos su triste experiencia penitenciaria. Nada como la cárcel para sacarle punta a un lápiz. O para que ese lápiz sea introducido por cualquier agujero de tu cuerpo, o sin agujero, que busque venas y todo lo demás. Siempre nos recreamos en 4 palabras: Los más bajos instintos. Pero es así. Siempre hay una chispa, un momento, un jueves sin baloncesto, en el que todo explota, en el que todo se va a la mierda, en el que una radio da una mala noticia. Y unos zapatos, en una serie como Mindhunter, dan mucho juego. Demasiado. ¿Por qué la sangre entre hermanos? ¿Por qué un niño empieza a poner(se) zapatos de tacón con cinco años? ¿Por qué no perfilamos la locura, la incomprensión y las jodiendas con vistas a la bahía? ¿No es posible el término medio? Coda: Pero no siempre es posible crear el concepto de asesino en serie y salir de rositas, y no entrar en la locura, y no caer en la decepción, y no volver a ser el mismo.

1 comentario:

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

La Vida no es la casa de la pradera.