Hace 55 minutos
martes, 22 de marzo de 2011
El Séquito. Sexta temporada.
No es que antes hubiera tomado otras drogas y ahora la de moda sea El Séquito. El jodido Séquito. Ni antes tomaba ni lo hago ahora, eso lo dejo para los yuppies, esos jodidos jóvenes profesionales en ascenso. La sexta temporada de El Séquito es la constatación real de que Ari Gold es el Dios de Hollywood. El gran judío, con talento, y que domina el mundo del espectáculo. Es Dios. Así. Humilla al que tiene que humillar; adora al que tiene que adorar; jode al que tiene que joder. Y todo lo demás.
Pero el resto no se queda atrás. Eric se suelta la melena que no tiene pensando que todo se pasa en posición horizontal y con buena compañía femenina. No. Cuando tienes a alguien en la cabecita, por muchos años que pasen, la sigues teniendo. Da lo mismo las décadas de sol que pasen, eso es cierto. Y Tortuga se enamora, y deja las camisetas de los chicos de NY por otros con el cocodrilo de Lacoste, y Vince se recupera y todo lo demás. Y, siempre entre amigos. Y si tiene que salir Lebron James camino de Cleveland, Ohio, pues sale (digo yo que en la octava le harán alguna visitilla a Miami, pijo).
Y el dinero, y los estudios, y Tom Brady jugando al golf, y un infarto que hace que te des cuenta que la vida es muy corta. Demasiado corta como para solo pensar en el trabajo.
Y si, para conseguir un cliente hay que follar en el despacho del jefe, se folla.
Y esto fue antes del divorcio de Steve Nash, que quede claro.
Y si Bono (no el consuegro de Raphael, el otro), te pide dinero para los niños necesitados, pues se lo das.
En fin, que hay preguntas que sobran en la vida, y que no estamos para dar explicaciones a nadie. Y cuando digo a nadie es a nadie. En cada momento, hay que hacer lo que pide el cuerpo. Y ver la sexta temporada de El Séquito es una bestialidad.
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2 comentarios:
Ale, ahí queda eso¡¡ Toma ya¡¡
;)
Pues si hay que verla, se ve y punto.
Yo no digo tacos, chato,que soy muy bien educada...
Lo de "gilipollas" lo dejo para la gente que quiero.
Ya sabes.
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