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lunes, 20 de enero de 2014
Gritar
Buscando, de nuevo, Una semana en el motor de un autobús. La historia del disco que casi acaba con Los Planetas, me encontré con está colección de cuentos, Gritar, que Lengua de Trapo reeditó. Las historias de Ricardo Menéndez Salmón no siempre fáciles de digerir. Casi nunca. Siempre hay dramones, llantos, jodiendas varias con vistas o no a la bahía como ocurre con El corrector, La ofensa y Derrumbe. Salvo el último de los nueve cuentos, Para una historia privada de la literatura (que deja un aire bioycasaresco en la retina), el resto hacen pensar. Y demasiado. Hacen pensar sobre los errores de la convivencia, sobre lo cotidiano de fallar, sobre lo que creemos que nos conviene y no lo es tanto. La vida en llamas habla de sobresaltos, sombras en la piscina, niños y ancianos que cuidar en distinta manera y cosas en común que se pierden por el camino mientras se lee a personas que casi no han leído en su vida. El placer de los extraños narra la conversación en la espera de los medios de transporte. Los que somos peatones malditos como yo, sabemos que las respuestas ante la iniciativa ajena ante un libro son diversas: sorprendentes, ajenas, soberbias, condicionadas, absorbentes. Para mí, sin duda ninguna, El placer de los extraños muestra lo que todavía Salmón no ha sabido condensar en una sola novela desde el punto de vista epistemológico (no sé a qué estás tardando). El planteamiento de Gritar es absolutamente novedoso. Los pocos que todavía nos atrevemos a leer periódicos en papel, uno tras otro, crónica tras obituario, a veces nos encontramos anuncios llamativos. No spoileo mucho sobre el asunto porque merece el gintonic leerlo. Hablemos de Joyce si quiere no me ha llegado, no sé el motivo. Las noches de la condesa Bruni es una reflexión sobre el tiempo y las decisiones que hicimos en el pasado con los azucarillos que degustamos en el mejor café del mundo. El terror, Los ancestros y A nuestros amores, Proust incluído, creo que son el claro reflejo de lo que hasta ahora había leído del autor. En definitiva, salvo el color del libro, el resto es de obligada visita lectora. Y todo lo demás.
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2 comentarios:
Nos pasamos la vida reflexionando y en cierto modo no soportamos a la gente que no lo hace, pero de verdad somos más felices?
Buena pregunta.
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