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miércoles, 4 de julio de 2018
Cuando éramos los mejores
Regalo de Lali, los Reyes me trajeron un obsequio de Reyes. De dos Reyes: Magic y Bird. Me pilló pequeño, pero todavía recuerdo cuando Alfonso, José Antonio y yo hablábamos de aquellos partidos, de Cerca de las estrellas, de Ramón Trecet y Esteban Gómez. Antes y después del Dream Team. El libro se llama Cuando éramos los mejores. Casi nada. Ya lo comentó en su blog, pero aquí también toca reseña. Empieza con la introducción de Bird, hablando de competencia entre hermanos en los distintos deportes. La introducción es de marzo de 2009, todavía fresca la final del 2008 entre Lakers y Celtics que le hizo recordar las finales que ellos jugaron en la NBA y la de la NCAA. Empieza Magic su introducción recordando una cancha de Kentucky cuando vio por primera vez a Bird. Tal que así. Y empieza con la imagen de la final del 84, otra de tantas. Desde que ESPN dejó de emitir en abierto apenas veo NCAA y partidos de los Wildcats de Kentucky y casi no me acuerdo de Pittino aunque ahora ande por Louisville. Tiempo al tiempo, que somos viejunos. Muy viejunos. 1978. El WIT contra Cuba, Yugoslavia y la URSS. Suplentes ambos. Menuda condena. Ya se sabe que los entrenadores son como los profesores, un mal necesario. Todos somos los mejores aún cuando todavía no éramos los mejores. 8 días juntos. Tres o cuatro conversaciones a lo sumo. Poco para lo que luego fue. Y la primera y breve estancia de Bird en el campus, la ausencia de dinero, la decepción. De Indiana a Indiana State, pero las normas que no lo dejaron jugar hasta el año siguiente. Su debut ante Chicago State con 31 puntos y 18 rebotes. Casi nada. 25 victorias y 3 derrotas en su debut en la 76/77. Viva el observador de aves. Y en el caso de Magic, la gran duda entre Michigan y Michigan State, los sentimientos familiares y los propios, pero al final acabó con los Spartans (MSU). Sus registros, 25 victorias y 5 derrotas. Y ahora que me pongo en plan demasidado siencero, me quejo del estilo. Del libro. La primera frase del segundo capítulo no puede ser tan moña. Creo yo. Entrenamiento previo al MSU Vs IS y el entrenamiento y los de Indiana que van de cowboys con veinte minutos de antelación. Y la entrevista a Bird por parte de los Pacers de Indiana, recién llegados a la NBA procedentes de la ABA y en quiebra técnica. Y la promesa de Bird a su madre de que volvería a la casa materna con una carrera universitaria terminada aunque no hubiera dinero. Los Pacers traspasaron los derechos de Bird a los Trail Blazers de Portland, ganadores en el 77. La imagen de Bill Walton, pivot determinante, y la posibilidad de Bird de jugar con él. O tal vez, no. Y en el siguiente draft, los Blazers tenían las opciones 1 y 7 del mismo, y esperaban utilizar la segunda para Bird, escogiendo con el 1 a Mychal Thompson. Pero el gran Red Auerbach, puro en boca y a toda vela, eligió a Bird en la posición 6 para los Boston Celtics. Jugadas de los drafts, cambios que nunca sabes el modo de resolución que tendrán. Tampoco sabía yo, tantas y tantas cosas, que los Kansas City Kings intentaron también hacer(se) con los servicios de MJ. Será por asuntos que desconocemos... Y MJ quería ganar a toda costa, a toda bahía, a todo golfo y a todo cabo la NCAA del curso baloncestístico del 78/79. Incluso habla Cuando éramos los mejores de un partido entre MSU y el equipo de la URSS que televisó la HBO a nivel nacional (otra cosa son los que lo vieron), aunque también se hablan de otros datos como los de la final con el 24 de datos Nielsen. Y la reunión de los Spartans para mejorar, y esos falsos mitos, en plan Algora y Fernández, sobre la piel y el cabello. Indiana State en el horizonte, ese equipo que empezó congregando solo a dos y mil pico aficionados a principio de temporada y acabó terminando entraenando a puerta cerrada ante el exceso de fans. ¿Y de verdad únicamente en uno de sus partidos universitarios dejó LB de anotar dobles figuras? Así fue, y acabó el partido eliminado por faltas personales. [¿Debemos decir eliminado por faltas personales o eliminado con faltas personales]. Preposiciones al margen, Bird aparece en el libro con dos caras en su etapa universitaria: dentro de la cancha y en los entrenamientos, despiadado con el que no estuviera al 100% con él y el equipo; fuera, equidistante, amigo de la cerveza y silencioso. Cada uno en su casa, y, Dios, casi siempre, en la de todos (salvo en la final universitaria). Y final de temporada regular, y primeros partidos antes de la Final Four, y la deseada final. La tan manida y deseada final entre los equipos de Bird y Magic. Y el pulgar roto de Bird, y los scoutings fallidos y todo lo demás. Y la única ventaja del equipo de Bird en la final, y el 37-28 al descanso para Michigan State, y el primer estirón que puso a MS con 44-28 y las 4 esquinas de los últimos minutos sin reloj de posesión y el paso al baloncesto profesional y todo lo demás, también. El tercer capítulo nos lleva a mayo de 1980, a las finales de la NBA entre los Sixers y los Lakers. No pudieron enfrentarse Bird y Magic en otra final en su primer año de profesionales, ya que los Celtics cayeron en la final de la Conferencia Este ante Julius Erving. Llegaban los de Los Angeles a Philadelphia para jugar el sexto partido de la final con una ventaja de 3-2 pero sin Kareem Abdul Jabbar y el entrenador decidió que Magic ocupara su puesto en la pintura... ¿Marrón para el rookie? Y Magic ejerciendo de 5 desde el salto inicial, poniendo un 7-0 en el marcador para ir marcando territorio desde el minuto 1. Y la victoria ante los Sixers y pensar en otras temporadas. Y aquella victoria revisitada y volver a pensar en aquel draft que se jugó en una moneda entre Bulls y Lakers y pensar que hubiera pasado con la otra opción. Basket ficción, ese gran instrumento de futilidad. En este capítulo también se habla de la difícil conciliación del basket y la vida familiar (el primer matrimonio fallido de Bird, la nula relación con su primera hija, los flirteos ante los demás de Magic). Y la decepción de Magic con los resultados de novato del año (63 votos para Bird, 3 para Magic). Pero el tiempo pasa rápido y tito Red eligió en el siguiente draft a Kevin McHale y Robert Parish y se creaba el primer Big Three. A ese "mejor juego interior de la liga" formado por LB, KM y RP se sumó el base Nate Archibald con su 1,73. Y esa temporada 80/81, con la lesión de Magic en temporada regular perdiéndose 45 partidos. Datos, datos y más datos. Y los Lakers perdieron en primera ronda de postemporada (cuando todavía eran a 5 partidos) contra los Rockets de Houston. Y los verdes ganaron la final a los Rockets por 4 a 2. Ya estaba el empate a titulos de NBA entre Magic y Bird. Y los celos de Kareem. Y un Magic que quería jugar rápido y un entrenador que quería jugar lento. Corrilo y lío en un tiempo muerto en Utah. Despido del entrenador y llegada de Riley. Don Pat Riley. Y Magic como el malo de la película, como el que mandaba al INEM al entrenador de turno (lo hemos visto tantas veces, es más fácil quitar a uno que a quince, el entrenador es un mal necesario...). Y en la otra costa, los Celtics que perdían contra los Sixers en la final de la Conferencia Este, y había que esperar para ver la final entre Magic y Bird.... Otra vez. Y los Lakers, otra vez campeones en el 82 y Magic MVP de las finales con un triple doble de 13/13/13 en el último partido. Abuso de la estadística, otra vez. En la cuarta porción de Cuando éramos los mejores nos trasladamos al último día de enero de 1982, Partido de las Estrellas (todavía sin brillo). Nos cuenta el autor la dificultad que tuvo David Stern para llenar el pabellón, dando y regalando entradas por doquier. Pensándolo desde la perspectiva de marzo de 2018, parece un chiste (o tal vez, no). Estamos viendo este mes, coincidiendo con la locura de marzo, pabellones con más huecos que mi queso preferido. Y la sucesión de All-Stars fallidos, hasta la llegada de Stern a la posición de comisionado en febrero de 1984 cuando empieza a cambiar el panorama. Y el peso de la droga en la opinión pública que solo castigaba, miraba mal, a los jóvenes negros con dinero del baloncesto. Al resto, aunque abusaran, no les señalaba ningún índice. Y la creación del concurso de mates y triples en el 84, un antes y un después. Sin duda. Espectáculo puro. Y Bird como tema de debate, en palabras de Jordan. Y no solo por cuestión racial. Aparece el nombre de Lebron James. ¿Comparar en épocas distintas? Un marrón. Y en mitad de esa cuestión racial, Parish era parado por la policía cuando lo veían conduciendo su vehículo de alta. Simplemente, si, por ser negro. Todo esto lo cuenta el autor por la final del 84, la final que enfrentó a Lakers y Celtics, con una América negra posicionada al respecto. ¿Por qué? La impresión de los Celtics es que era un equipo blanco. Ni la mayoría negra de Boston los apoyaba. Era el blanco Bird y sus secuaces. Tal que así. Y el libro también refleja detalles de Stern, sus viajes en postemporada para ir a todos los campos, a presenciar in situ la eliminación de los equipos (La Parca le pusieron de sobrenombre). Aquella primera final en la NBA entre Magic y Bird se la llevaron los Celtics por 4-3. Y la televisión. A CBS, ABC y NBC, se sumaron la FOX y la ESPN. No solo en abierto. La televisión por cable fue fundamental para el desarrollo posterior de la NBA. 12 de junio de 1984, inicio de la quinta parte del libro. Los Celtics acababan de ganar la final a los Lakers. Pero no solo de esa temporada habla la quinta píldora: habla de la rivalidad de época de Jerry West y Pat Riley, de las seis finales perdidas por el GM de los Lakers y de su único título en el 72, de las nuevas plantillas, de la llegada de Dennis J. a Boston y de Byron S. a Los Angeles. De muchas cosas. Y las lesiones de Bird, y la falta de ganas de sangre de Kevin McHale, y Ainge haciendo de intermediario entre Larry y Kevin. Y la anécdota del partido de las estrellas del 85, el año de rookie de Jordan, cuando I. Thomas de los Pistons y Magic (aunque lo niegue) decidieron que en el Este no le llegara lo suficiente el balón a Jordan (no está solo el muro del rookie, está todo lo demás sobre el rookie). Y las finales del 85, pasando del luto a la claridad, a pesar de aquella masacre inolvidable. Vaya números, aunque se pasó de la tortura a la felicidad en la casa angelina. De Tragic a Magic y tiro porque me toca. Y un anuncio de unas Converse los unió en septiembre de 1985, y, de una manera u otra, su relación, cambió. Sus orígenes humildes, ayudaron. En el caso de Bird, los recuerdos de un padre que luchó en la Guerra de Corea y le marcó para siempre. 15 cambios de casa en 16 años para Larry. Esos números, estadísticas al poder, lo decían todo. Siempre en el alambre. El suicidio paterno fue la gota, la penúltima, que colmó el vaso. Las deudas tenían herederos. Todos tenemos un pasado. Incluso, el lema escogido "Escoge tus armas", con posterioridad fue mal visto. Nunca se sabe si las palabras utilizadas son las correctas. A continuación, el curso empezaba con los gravísimos dolores de espalda de Bird debido a una enfermedad congénita y la llegada de Bill Walton desde Clippers a Boston a cambio de Maxwell. Traspaso que unió a Bird, McHale, Parish, Walton, Ainge y D.J. en el mismo conjunto. Llegaba el tipo que había hecho, entre otros, que los Blazers ganaran el título en el 77, primero eliminando a Lakers en finales de conferencia y posteriormente a Sixers en la final. Y no solo en lo baloncestístico, sino que Walton, amante del espíritu de Jerry García, supuso no solo el líder de la segunda unidad del equipo verde, sino un ejemplo a seguir en otros aspectos. Aquel equipo venció a las Torres Gemelas de Houston en la final por 4 a 2, pero por el camino dejó también a los Bulls de Jordan, aunque "Dios se disfrazó de jugador de baloncesto" en palabras de Bird, refiriéndose a los 63 puntos de Jordan en aquel partido de primera ronda de postemporada que Boston ganó 3 a 0. El epílogo de este capítulo es otra anécdota, con Walton pasando la noche en casa de Bird escuchando a The Grateful Dead, en su vuelta al estrellato. El siguiente capítulo nos lleva a la final del 87, otra vez enfrentando a Celtics y Lakers en la final. Otra más. Y si en la anterior llegó una antigua estrella de los Blazers, ahora llegaba a mitad de temporada otra. Mychal Thompson, padre de Klay, número uno del draft del 78 llegaba a los Lakers procedente de San Antonio. Otro pivot. Con otro condicionante. Muy importante: había sido compañero de universidad de McHale. Y su primer partido contra los Celtics, victoria por 106-103. Curioso, que no casual, que las casualidades no existen. Cuenta el libro los números de aquella temporada, con distintas estadísticas (en febrero del 87, por ejemplo, se pusieron 29-0 contra Sacramento, y completaron un primer cuarto sin recibir anotación en juego). Números, números, números. Mientras que los Lakers iban hacia el título, los Celtics tuvieron distintas lesiones (Walton apenas jugó) y la maldición de Bias, aquella maldita tragedia. Si. Pese a las lesiones de Bird y McHale, se enfrentaron a los Bad Boys de Detroit en una infernal final de conferencia con victoria céltica por 4-3. Fue el final de aquellas míticas finales con esos mismos protagonistas. En el 88, los Lakers vencieron a los Pistons por 4-3 (de esta serie si me que me acuerdo, de verla con la narración de Trecet). Para los que ahora nos deleitamos con Lebron y los Warriors, con los Rockets de La Barba y los Celtics de Brad Stevens, la página 265 de Cuando éramos los mejores nos recuerda que ningún equipo había repetido título desde los Celtics del 68 y 69. En el 89, como el año anterior a los Celtics, los Lakers llegaban con lesiones y con la retirada de Jabbar tras esas finales, en las que fueron pasados por encima por los chicos de Chuck por 4 a 0.Y en la siguiente, pese a las 63 victorias en temporada regular, fueron eliminados por los Suns en segunda ronda de postemporada (y los Pistons repetían título ante Blazers en la final por 4 a 1). Y aquello no era el final, sino que supuso también el final de Riley en el banquillo angelino. El noveno capítulo nos lleva a al 7 de noviembre de 1991, fecha del anuncio, por parte de Magic, de que había contraído el VIH, un capítulo de sensaciones intensas. Circunstancias de la vida, llegó a jugar el partido de las estrellas de esa temporada 1991-1992 y ser el MVP sin llegar a jugar ni un solo minuto en la temporada... De traca. Hay que releer este capítulo una y otra vez para valorar la salud y lo que tenemos. El siguiente capítulo nos lleva a un 7 de agosto de 1992, a un hotel de Barcelona en el que se recluía el Dream Team que ganó la medalla de oro en las Olimpiadas de la ciudad española. En ese contexto, en ese nivel de autoexigencia, saca el libro a a relucir una conversación entre varios miembros de aquel superequipo sobre el mejor equipo de la historia de la NBA. 25 años después siguen vivos, salvo el entrenador. Años después salió el famoso video de un entrenamiento, el llamado "mejor partido de la Historia", que tuvo que ser finalizado antes de tiempo para no acabar mal entre ellos. Montecarlo en el pasado de aquel Dream Team que hizo historia con Magic y Bird y compañía. Aquel equipo solo perdió un entrenamiento contra un equipazo de universitarios, futuras estrellas de la NBA, en su preparación en La Jolla, California, por 54-62. Lo que no cuentan las crónicas periodísticas, pero si Cuando éramos los mejores, es que al día siguiente, en la revancha, les ganaron por 50. Cosas que pasan. Recordamos lo que queremos recordar. La idea de los compañeros de Magic en el Dream Team era que pronto estaría muerto debido al VIH. El penúltimo capítulo lleva al lector a agosto de aquel mismo 92, cuando Larry Bird decide que debe retirarse. Pasado un tiempo, en la temporada 95/96, Magic volvió a jugar con los Lakers, pero jugando de cuatro, y con el recelo de sus compañeros. Aguantó hasta ser eliminado en primera ronda de postemporada por los Rockets. El último capítulo nos lleva a la entrada de Magic en el Hall of Fame en 2002 (Bird lo hizo en 1998). También recuerda como en marzo de 1994 Magic comenzó a entrenar a unos indómitos Lakers, dirigiendo el equipo hasta final de temporada con unos números manifiesetamente mejorables. Por contra, Bird llegó al cargo de entrenador en Indiana en 1997, estando tres temporadas, ayudado por Carlisle y Harter. En aquella mítica temporada, los Pacers llegaron al séptimo partido de la final de Conferencia Este ante los Bulls de Jordan (recuerdo que la noche del sexto partido de aquella serie falleció el primo Salvador). En la última temporada de las tres firmadas, en junio de 2000 fueron finalistas ante los Lakers de Shaq y Kobe y del maestro zen. Otra vez, los Lakers en su camino. En 2002, Bird volvió a Indiana Pacer como presidente de operaciones de baloncesto, donde tuvo que sufrir la famosa pelea ante los Pistons de 2004. Otra vez, los Pistons en el camino. Las consecuencias fueron bestiales sanciones a Artest y sus secuaces. Un Artest que luego ganaría la NBA con los Lakers. Recuerda también este último capítulo la final entre Lakers y Celtics de 2008, los Lakers de Kobe contra los Celtics de KG, Paul Pierce y compañia. Y todo lo demás, también.
Coda: ¿Qué no se escribirá en el futuro sobre las finales de Lebron y Don Stephen?
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2 comentarios:
A mí me gusto mucho.
Gran libro
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