sábado, 6 de abril de 2019

Romper Stomper

No vi en su día ni he todavía la película Romper Stomper. Ni sabía de su existencia. Será por películas. Pero Romper Stomper, la serie, no tiene desperdicio desde el principio. Y me recordó ese inicio a lo de Barcelona de hace unos días. Gritos de extremas posiciones, peleas, empujones, sangre, narices rotas y todo lo demás. Y luego, el modo de captar. La universidad, el hambre, el pasotismo. Y trata muy bien Romper Stomper la apropiación de la bandera ante la debilidad. Porque los extremismos tienen su base en los más débiles, en los que no tienen que perder. De Podemos a Vox y tira porque me toca. En esta vida (casi) todo es peligroso: los pañuelos en la cabeza, los altavoces, las banderas, la contrarrevolución, las piedras en la mochila, los golpes en la nariz, decir tu nombre completo en la tele, meter tipos desconocidos en la casa. Incluso, o todavía más, preguntar por el pasado en posición inapropiada. Mucho que pensar antes del 28-A viendo Romper Stomper. Mucho. Reflexiona Romper Stomper sobre la confianza en los demás, en lo que te puede pasar y lo que nos puede pasar cuando jugamos con fuego. Vigilancia, palos, redes sociales, cigarros que no encienden y meadas que te cuestan la vida. ¿Sociópatas? ¿Se puede frivolizar con los extremismos? La cocotera, las elecciones, las nuevas políticas, "estar dentro de la tienda". Mentira sobre mentira, y tiro porque me toca. Herodes, las pajas mentales y todo lo demás. Morir después de matar, atascos, gente blanca que no sabe su pasado, negros con pipas y musulmanes que no piensan antes de hacer disparates. Y mucha capucha. Romper Stomper también nos hace pensar sobre gente que crece pero sigue pensando como si tuviera 13 años. Nos hacemos mayores físicamente pero somos intelectualmente niños. O bebés. Y la camiseta de tirantes de Tony Soprano es algo alegórico, un chiste ambulante, una metáfora entre hipérbole e hipérbaton. O el dolor del mártir que se mea sin querer, del que quiere quitar(se) de todo pero no hay plan b porque el cáncer es mayor. Romper Stomper es el (des)creimiento del dolor social, de hermanos que no comparten ADN, de recordar a los que ya no están y de puños cerrados aunque pensemos con la mano estirada. Y todo lo demás, también. Coda: ¿Realmente tenemos el diablo que nos merecemos? ¿No deberíamos desear un infierno peor?

No hay comentarios: