viernes, 5 de abril de 2019

Puro vicio

En esas que estás corrigiendo exámenes, y ya no puedes más (ni cualquier otra operación matemática, ni coser botones, ni enchufar un electrodoméstico porque te duele todo y no te gusta) y pones la tele y anuncian Puro vicio. Malas críticas. Los cítricos, los limones, siempre agrios. Empiezas a leer sobre el libro y es aún más díficil de contener el llanto ante las críticas negativas. Lo peor de lo peor para todo el mundo. Pero no . Puro vicio hay que verla, porque hay que ver lo bueno y lo malo, lo que queremos ver y lo que no. No es agradable, no es fácil, no es. No. Pero hay que verla, ocupado en otras cuitas o pendiente de esa canción del principio que nunca acaba. Entre Joaquín y River, hay que quedar(se) con Joaquín porque River no está. Pero vaya elección, vayas recuerdos de BE y de Atlantic City, de espejos y cerveza tibia, de hierbas que no he probado y de martes que parecen viernes. Y todo lo demás, también.

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