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sábado, 6 de julio de 2019
Westworld. Segunda temporada
Nada como un día de chupinazo en San Fermín y si ikurriña para terminar de ver la segunda temporada de Westworld. Nada como volver a creer en que todo es mentira, utopía, irrealidad y dolor de muelas (tano o más que una sesión de investidura en la Asamblea Regional de Murcia). Vamos a empezar a ver de nuevo que la única manera de ganar es no jugar. Vamos a empezar a viajar del pasado al futuro, de copiar y pegar y recrear y fotocopiar sesos. Vamos a decir mentiras, pero con buenas máquinas, y buenos inventores de máquinas. Vamos a empezar a contar sueños (otra vez). Vivan los sueños. Vivan los significados. Viva lo no real y lo real. ¿Qué mierda es real? Esclavos haciendo esclavos. Mierda sobre mierda en la segunda temporada de Westworld. Rebelión de máquinas. Viva la sangre, viva el placer violento, viva la jodienda bajo la arena del desierto y de la playa, de la puntilla y la barra del bar, del dolor de cosas blancas en el cerebro y de una soga en el cuello. Venganza. Viva la venganza. Dice Dolores en el primer capítulo que sabe como acaba la Historia. Y a lo mejor tiene razón. O no. No sé yo. Pasamos del Plan B al Plan A. ¡Verdad! ¿De verdad que si miras hacia adelante sigues la dirección falsa? Deja y retrata esta segunda temporada de Westworld frases en plan García hablando del Buitre: "Ni una mala palabra, ni una buena acción". Una buena acción no disimula la maldad de décadas. Y frases en plan Sospechosos habituales: "Decían que había dos padres; uno, arriba y otro abajo. Mintieron. Tan solo está el diablo. Y si miras hacia arriba desde el fondo lo que ves es su reflejo, descojonándose de ti". Lo dicho, frases míticas. No hay que fiarse ni de los muy buenos ni de los muy malos, pero los peores son los buenos intermedios y los malos tibios... "Si quieres engañar al Diablo, le debes una ofrenda". Vamos a terminar el cuento, aunque el cuento tenga puntos suspensivos. Recreación visual aunque maniquea hasta el tuétano. Toca disfrutar de esta segunda temporada de Westworld una y otra vez, sentimientos indios y de los otros, recreaciones en mitad del barranco en plan Stargate. Y todo lo demás, también.
Coda: Y puestos a utopizar sentimientos y retinas, busquemos que sean infinitas, busquemos resquicios de dolor frente a puertas que se abren a nadie sabe dónde.
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