sábado, 6 de febrero de 2021

Lupin. Primera temporada.

Siempre hay regaladores de consejos, pero no siempre son buenos. El famoso rasero (antes pasaba con el indie, cuando había indie) de los seriales no siempre es positivo, no siempre acierta. No entiendo el éxito de crítica de la primera temporada de Lupin, que se pudo quedar por el camino en una peliculita de sábado al mediodía después del matiaspratsitimo. O no. O los equivocados seamos nosotros, por criticar, por releer Espejos en una biblioteca, por creer que hay vida más allá del Zafarrancho en Cambridge de Sharpe. Pero no hay que estirar el chicle de esa manera, no hay que tomar por imbécil al personal, no hay que intentar pasarle la aguja a la magdalena. Dios nos libre de esos embaucadores que nos llevan a perder horas de manera insospechada, Dios nos ayude a escarmentar y buscar La Edad Media leonardocanesca en vez de adaptaciones de fábulas fuera de lugar. Esto lo coge Tarantino con su mandíbula cuadrada y sí tendría un pase, evitándonos el bostezo, evitando ensoñaciones donde solo hay mediocridad. Pero lo dicho, payasos (dentro y fuera de las lavadoras), los hubo siempre. O quizás, el hilo y la cometa y el viento sean mecanismos que no controlamos y que nos llevan al caos en mitad de la pandemia, antes de la pandemia, depués de la pandemia. Todo es mentira, hasta las reactualizaciones.

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