domingo, 3 de marzo de 2024

Galgos. Primera temporada.

Cada vez que veo a Carmina, la protagonista de Galgos, me imagino a Carmen Polo y sus collares, y más collares, e infinidad de collares. Cría ratas y se comerán el queso. Carmina tiene secretos, porque casifamoseando, “la gente guapa no tiene valores” (y los “socialmente no retrasados”, menos). En esa colección de ratas, cada una de ellas tiene secretos de alcoba o de fábrica quemada, de consejo de administración de borrachos y con peste a pies, de hijos del pasado y de nietos con nombre raro. El azúcar como nueva droga a prohibir, si es que ya no está hecho. Galgos reflexiona sobre las etiquetas y las acciones, que todas tienen un precio hasta que dejan de tenerlo. El problema de Galgos, quizás, sean las pegas, la de ver continuamente a RB en sus botellas, la de ver al postizo tonto, a la pequeña incontrolable, al yonki metido a lobby, a la que perdió peso como mandamás, al papá consentido, a la vida convertida, de principio a fin, en una canción de Los Chicos de la Tienda de Mascota. Y para mascotas, estos Galgos que van de sucesores y se han quedado, por el camino, entre Abigail y Cristal.

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