lunes, 18 de marzo de 2024

Obituary. Primera temporada.

Obituary tiene algo de Dexter, de justicia de primera mano, de cercanía y sospecha, de accidente divino y de interrupción estelar. Y hay palabras en latín que hay que inventar, o volver a inventar para que se vuelvan a utilizar. Obituary está ubicado en un pueblo sin Primark con 5007 habitantes (y bajando). Y si algo no ocurre, la dexterización llega aunque lleva ropa de rayas escocesas, y padre borracho y se dedique a las necrológicas en un periódico de mierda que solo paga por trabajo realizado. Todo muy esquizofrénico. “A veces me preocupa que me pillen, pero entonces recuerdo la clase de gente que vive en este pueblo y se me pasa la preocupación. Pero en el caso de que algo saliese mal, he decidido que los traeré al cementerio”. Obituary va del deliro del pub cutre, a los parroquianos aún más cutres, a un mundo en el que la supervivencia va de imaginación y trapicheo, de respirar para atrapar secretos que, antes o después, tendrán que salir a relucir. Pero no relucen porque en esas tierras insulares solo hay lluvia y oscuridad y cuando te vas a dar cuenta, estás perdido, porque como el moribundo, ya sabes lo que te espera: “Está controlado. Eso es lo mismo que dije yo cuando empecé a toser sangre”. El infierno sigue lleno de buenas intenciones. Muy lleno.

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