Hace 53 minutos
lunes, 5 de mayo de 2025
Cuando nadie nos ve. Primera temporada.
Con un ritmo lento (a veces, demasiado lento), se desarrolla la primera temporada de Cuando nadie nos ve. Entre citas bíblicas, drogas, corrupción política, Semana Santa andaluza, bases gringas en España, bares, extranjeros copiando lo peor, clases particulares, obras de arte escondidas, casas en mitad de ningún sitio, chachas que lo ven todo y Guardia Civil, se desarrolla este ejercicio que no es completo (parece que falta siempre algo de velocidad) pero que es un buen retrato contemporáneo. La mafia, seas de donde seas, siempre acaba alcanzando ciertas estancias en el poder. Ya sea un concejal, una alcaldesa de pueblo, un militar yanqui destinado en Morón, un ladronzuelo en moto. Y el Libro de Job, y los salmos de turno, y las artes marciales y la prudencia hasta que todos dejan de ser prudentes, y las pastis de temporada y la demencia de toda la vida, y la viudedad tras el suicidio y todo un cúmulo de circunstancias que, junto a unos diálogos tranquilos, dejan ocho capítulos para disfrutar entre versículos: “Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme bajo la sombra de tus alas”. Pero hay lugares en los que ni la mayor de las cuevas sirve de refugio. Y como todo es mentira, “el mal está en el ojo del que mira”.
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