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miércoles, 21 de mayo de 2025
The Office (USA). Tercera temporada.
No he visto Shakespeare in love (ni falta que me hace), pero sí La jungla de cristal. No sé las veces, aunque tampoco se acuerda tito Bruce. Eso hubiera sido la puntilla al primer chascarrillo de la tercera temporada de The Office, que empieza con una caza de brujas. Brujas gay. Brujas (gran ciudad): “A los tarados no les llamas tarados. Se lo dices a tus amigos, cuando hacen el tarado”. Hidrogel para todos por la boca: ¿Quién mete una grapadora en gelatina? Moscas: “Esto es como los bomberos: nunca abandonas a tus colegas, aunque te enteres de que en Connecticut hay un incendio mejor”. ¿Ondular? Y es que El séquito hay que verlo una y otra vez. Y volver a verlo. Aunque hay personas que lo cuestionan todo: “¿Cómo va a aumentar la productividad una película?”. Respuesta: “La gente trabaja más deprisa después”. Pum, pum: “Si dejas a una mujer, nunca te lo perdona. Es uno de los muchos defectos de su sexo. Y no tener brazos fuertes”. Bailes indios, viajes al futuro a través de un fax, despidos que no son tales despidos. ¿Quién es el rey de los monos encorbatados? Y hacer la gracia de juntar en una misma frase Bowling for Columbine con Dos tontos muy tontos por el asunto de los bolos. Viva SC, viva Michael Scott. O no: “Siempre voy un paso por delante. Como un carpintero… que hace escaleras”. O tampoco. ¿Y quién se acuerda de Colin Powel?. Más para la tostadora: “Cierra los ojos. Imagínate a un preso. ¿Qué lleva puesto? Nada especial: una gorra de béisbol invertida, pantalones anchos y dice algo normal como que pasa tron. Vale, ahora abre los ojos poco a poco y dime a quién ves. ¿A un hombre negro? Pues no, a una mujer blanca. ¿Sorprendido? Vergüenza debería darte”. Hágase querer por las risas ajenas, por la suspensión de la Navidad. El universo siempre gana: “¿Por qué hay tanta gente aquí. Hay demasiada gente en la Tierra. Necesitamos una plaga”. Viva el espíritu de Robert Parish. Y si hay que volver a explicar el capitalismo, se vuelve a explicar: “Cuantas más pegatinas vendas, mayores beneficios, que es la forma fina de llamar al dinero, para comprar Playstations o peluches y productos…”. El jodido capitalismo, siempre presente: “¿Y sabéis quién más lucha contra cinco Goliaths? Estados Unidos: Al Qaeda, el calentamiento global, los violadores, el mercurio en el chopped… ¿Y por eso nos vamos a doblegar? ¿Eso es lo que os enseñan en Empresariales?”. Y como todo es mentira, utilizamos eufemismos: “¿Depresión? ¿Eso no es un palabro pijo para decir cansado?”. Aunque llegados al final, espejo contra espejo, camisa color mierda contra camisa color mierda, gafas inclasificables contra gafas inclasificables, nos llega la pregunta definitiva: “¿Qué clase de oso es mejor?”. Y como con los apagones, siempre llega la crisis: “Parece ser que un empleado descontento de la fábrica pensó que sería gracioso poner una filigrana obscena en nuestra papel de carta marfil de 80 gramos. Hemos distribuido 500 cajas con la imagen de un conocido pato manteniendo relaciones maritienses con cierto ratón al que la gente tiene cariño. Aunque a mí ese ratón no me gustaba mucho”. Ni a ti ni a nadie, SC/MS. Ni a ti a nadie: “Y no, no me duele la cabeza, pero me estoy tomando las aspirinas porque me estoy preparando”. Y dale Perico al torno: “La única diferencia entre un mendigo y yo es este empleo. Y haré lo que sea para sobrevivir. Como hacía cuando era mendigo”. Traca, cohete, San Basilio: “La de llamadas que estarás dejando de atender por enseñarnos a coger el teléfono”. Y en esa espiral planetaria, pero sin mirar al sol, ni ver lo que hay detrás, ni con el ojo quemado, escuchamos subidos en un coche: “Hidrátame. Te digo que me pases el agua. Yo siempre digo hidrátame. Una de cuatro personas se ríe”. Y si hay que preguntarnos, en voz alta, la fruta que debemos hacer brillar en la cuneta para venderla, brillo para todos: “Y si no tenías ni idea de su edad, eso no te servirá en el juicio”. Y puestos a despejar, defensa central: “A ver que me aclare: en tu mayor fantasía, estás en el Infierno y regentas un hostal a medias con el malvado diablo”. Con el puto diablo. Blog, blog. Aunque no está al altísimo nivel de las dos primeras temporadas, el listón sigue alto en esta tercera temporada de The Office.
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