domingo, 29 de mayo de 2011

Las hogueras fosfóricas


No valen los trucos de magia en la Edad Contemporánea porque todo es mentira. En dos sentadas me he leído Las Hogueras Fosfóricas, que ha publicado Ediciones Baladí. No sé si tiene razón Rubén al decir que los pájaros se equivocan. No sé si sus vuelos son erráticos. Este es un libro de palabras. ¿Escogemos las palabras adecuadas? ¿Y quién entra a un chat erótico?

Me dio al principio un poco de miedo. Leí, con poca distancia entre ellas, palabras como nakshatras y behetría. Pero cuando Tristam y Marge empiezan a chatera, todo es cuesta abajo, como un jueves a las 3 de la mañana. Apariencias, malentendidos, malos funcionamientos, gilipolleces varias...

¿Vale la pena mentir cuándo no conoces a alguien? ¿Tan importantes son las apariencias? ¿Hemos hecho de la apariencia una rareza? ¿Por qué anhelamos cosas que no tenemos? ¿Por qué no nos conformamos con nada? ¿Qué más da 30 ó 40 años? Siempre recordamos a Braudel, a Febvre y a Bloch, siempre recordamos que le tiempo hay que medirlo por los cambios y no por la duración. Las Hogueras Fosfóricas es el estrés del siglo XXI, es la búsqueda entre las mentiras, o, como dice Rubén, "el silencio como una lluvia gris".

Cuando leí Contra el viento del norte (esa novela para mujeres que cogen medios de transporte aéreo), le achacaba la falta de velocidad. Un email parece prehistórico, un trozo de silex maltallado en mitad de la nada. En Las Hogueras Fosfóricas el chat le da la velocidad a unos diálogos que, puestos, puedes creer o no. ¿Pero la pregunta va más allá? ¿Cuánto mentimos al día? La respuesta es simple: mucho. A los demás, pero , sobre todo, a nosotros mismo. ¿Nos refugiamos en el lado oscuro cuándo estamos abatidos?

Y pedir perdón perdón no vale para nada. La fatalidad es la única lotería que nos puede tocar, lo demás son milongas. Pues eso, que si tenéis horita y media libre, aprovechad que siempre hay una hoguera que apagar.

Coda: Rubén, Jenna Jameson ya no se lleva. Toca actualizar. Para la segunda parte, si puedes, cambia a la señorita que más ha sufrido el dos contra uno (y no hablo de baloncesto [pregunta mítica que le hicieron a Kobe Bryant]) por Sasha Gray, la reina de la penúltima temporada de El Séquito y de Internet. Y todo lo demás.

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