martes, 27 de diciembre de 2011

Dexter. Sexta temporada

He leído en más de un lugar malas críticas a la sexta temporada de Dexter. Yo sigo fiel a sus cuchillos y sus bisturís, y sus cristalitos con muestras de sangre. Es cierto que en la vida hay cambios, pero los psicópatas siguen siendo psicópatas toda la vida [minuto de silencio en memoria del hombre de la camisa verde]. Después de este minuto y pico, respiro como Dios manda, porque la figura de Dios, del pastor, del estudioso de las sagradas escrituras, del fanático, de la familia, del amor verdadero, del Armageddon, de la jefatura universal, todas ellas están presente. Dexter pasará a la historía si fuese más artística, si se viera que tuviera más cash para la teatralidad del escenario. Pero no hace falta. Un tipo justiciero, que hace justicia pero que ha sufrido en sus propias carnes la maldad más absoluta desde la primera temporada hasta la última. Pero la vida sigue siendo complicada, y no está la magdalena para pespuntes. Si has jodido la marrana y tienes la mala suerte de que caiga un Dexter cerca, te jodes. Solo te queda eso. Jódete y baila.

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