domingo, 16 de marzo de 2008

Astronautas (o como dejar de ser yonki a los 40).


Cortesía de Ángel (vivan los botellines[con alcohol, por supuesto]), he visto Astronautas, peli estrenada en marzo de 2004 y dirigida por Santi Amodeo. Banda sonora espectacular por parte de La Lavadora. La historia es sencilla. Un tipo que intenta desintoxicarse por completo. Pero eso es imposible. Los politoxicómanos son de por vida. Siempre habrá una recaída. Son dependientes del tema. Siempre. En este caso, Daniel (interpretado por Nancho Novo), se propone cumplir un decálogo de obligaciones para olvidarse del tema. Vida sana, socialización, deporte, sexo, casa saludable y todo lo demás. Pero hay un cambio en su vida, haciendo una mutación palpable en su existencia. La presunta hermana de un exvecino se instala, primero en la escalera, segundo en su casa y tercero en su vida. Mientras tiran tabiques y ordenan la casa, buscan cumplir el sueño. Pero hay muchas recaídas en plan ketamina, y cebollazas de dolor. El final de la escalera de la droga es un ático, una terraza desde la que hacer el jarra. Uno sabe no está bien. Todo igual. Pero que anteayer, nada bien, pero que anteayer, pero tú no puedes decidir nada.

En ese viaje desproporcionado, locura interior, vida insana, monarquía decadente. La escalera llega a su fin y te tienes que tirar desde algún sitio. Paredes blancas, segundos asquerosos y amigos falsos. Vómitos en fregaderos. Paranoia a la enésima potencia. El yonqui (el Word lo cambia por yanqui, porque es políticamente correcto) y las palabras mayores. La droga o tú. Sórdidos pensamientos. Locura. Adiós valores, adiós sacrificio, adiós vida. Como decía F.: “Antes nunca tenía sed, me dieron a probar el agua y ahora tengo sed todo el rato. Y resulta que no hay agua y te vuelves loco. La tienes que buscar donde sea y como sea. Y así todos los días. El infierno”. Se desengachó F., después de estar dos meses encerrado. NN paga a unos pastores para que no le dejen marcharse de una cuadra, tratándolo como a una cabra. El blanco, el negro y el puto gris. Siempre el puto gris.

Buscar un lugar en el mundo sin jaco, sin pasos, sin Keta. Repetir obviedades para arrastrarse por este asqueroso mundo. La necesidad de ser un ser sociable. Estar vivo o muerto detrás de una cortina, detrás de una barra tomándote una infusión. Pero siempre la sombra de una duda. ¿Es posible la fórmula de la estabilidad? ¿Es posible vivir perpetuamente con el espíritu de Brian Wilson? ¿Encallar y no volver a salir del fango? El funcionamiento básico de un exyonqui es la supervivencia. Pero todo les afecta. Todo. Las posturas de un engranaje fracturado de por vida. Quedarse o moverse. Ideas y vida extrema. Abstinencia imposible. Química y tormenta, tormenta y manzanillas, hundimientos y desesperación. Y buscar al vecino, y ver que está en las últimas, perdido en un recóndita playa andaluza. Por eso, cuando más difícil es el reto, más agraciada la victoria. Como dicen en la Cultural: “Apelando al sustrato para seguir dando guerra”. Pues eso, a las trincheras. Y todo lo demás.

2 comentarios:

Profe dijo...

Hola máquina. Esto si es un blog, y no lo que yo hago. Me alucina lo poco que he visto en un rato, pero entraré a menudo, porque así me pongo al día en música, cine, filosofía y lo que haga falta.

Unknown dijo...

!qué pasa tronco! ya he vuelto del foro, y por supuesto me he tomado unos buenos botellines bien fresquitos como el puto tiempo, joder esto es un paraiso al lado de aquello.en cuanto astronautas,una peli dulce, de aquellas que molan ver en días de resaca y sin que te de nadie por culo.nos vemos en breve.