jueves, 24 de diciembre de 2015

Luther. Cuarta temporada

Vuelve el Luther de los grandes momentos. El John Luther que se rasca la barba y el pelo y con el que sabes que algo bueno y algo malo va a pasar. A la vez. El Luther que se abandona y el Luther que decide poner(se) la camisa oscura, la corbata oscura, la americana oscura y la gabardina oscura, y que no le tiene miedo a la lluvia londinense ni a los sueños de locura. Y vuelve el espíritu de Alice Morgan, ahora que se dedica en cuerpo y alma a asuntos macnultinianos y de cuernos y de maternidad y de todo lo demás. Y jodiendas, porque si lo de Alice no tenía nombre (amor, odio, desamor, locura, incendios de hospitales, vías de trenes y todo lo inimaginable), Megan Cantor, deja puntos suspensivos para ser la nueva Alice. O peor. Nunca se sabe con las mujeres malas. Como dicen en Versalles, te llevan a la filosofía. O la muerte. El malo de esta dosis de caviar (mejor no comparar con la cantidad de mortadela con olivas que nos venden con el nombre de "series") es el malo heredero del Gran Hermano informático que se mete en nuestras casas y no olvida su mediocridad y su pasado. Lo dicho. Viva el caviar.

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