Hoy se cumplen 77 años de la proclamación de la II República en España. Fue un intento fallido, engendrado mal desde el inicio. La pestilencia mortecina le afectó desde el principio. Oposición a raudales y un mal nacimiento, una mal gestación que la desarrolló en condiciones inhóspitas. Nace con la huída inexplicable de un monarca que aguantó demasiado en su trono. Y cuando se funciona a golpe de coyuntura, a base de reforma y contrarreforma , a base de realidades imposibles, al final, todo se va al garete. Y las repercusiones fueron aún peores, guerra sangrienta y dictadura. ¿Hubiera sido posible una transición pacífica del mandato de Alfonso XIII a la experiencia republicana? ¿Hubo excesos en el gobierno provisional? ¿Fue correcta la redacción de la constitución? ¿Se dejó poco margen al primer bienio? ¿Excesivo peso de la CEDA? ¿Conjunción heterogénea el Frente Popular? ¿Por qué no hubo acuerdo de la CEDA en todas las circunscripciones electorales en febrero del 36? Son tantos los interrogantes, cientos, de una situación que derivó en desastre. La historia de España es la de los pronunciamientos, y el final de los pronunciamientos (cuando se alargan) es un chiste muy malo, un papel en el que un caudillo escribe su futuro con letra temblorosa, en el que todos pierden. Incluso los que creen que ganan. La única manera de ganar es no jugar, decía el ordenador sabelotodo en Juegos de Guerra. Pues eso.
Hace 20 minutos
No hay comentarios:
Publicar un comentario