lunes, 9 de noviembre de 2009

Cleaner.


No basta con limpiar la sangre, hay que limpiar el alma. Si es que la tienen, porque hay muertos que carecían de ella aunque se movieran. Todo es mentira: la amistad, el desinfectante, las apariencias, los abortos, las muertes agradecidas. Incluso, la esperanza. La esperanza no existe, es todo un puto truco de marketing. Cuando alguien te llame, después de mucho tiempo, desconfía. Siempre hay que desconfiar. Siempre. Lo cuenta Cleaner. Es necesario olvidarse del mundo, de la vida y de los amigos. Lo demás, la limpieza de los sábados. Peli demasiado previsible pero ejercicio de prudencia para lo que es un lunes por la tarde en un otoño en el que por primera vez se atisba el más pesado de los inviernos. Y si sale Samuel L. Jackson, mister Ezequiel 25-17, se le perdona todo. Bueno, todo no. Todo, no. Hay gente que no le perdona salir en El Príncipe de Zamunda intentado robar una hamburguesería. Seamos realistas, si uno entra con un pistolón a una hamburguesería, deja a las vacas hechas filetes. Y si no, filetón de buey. Y todo lo demás.

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