Ayer terminé de leer Pólvora Negra.El gran Montero Glez ha novelado los últimos días de Mateo Morral. Año 1906. El monarca del timo de la estampida (y de la estampita, también) va a casarse, y alguien tiene que hacerle un bonito regalo. Y el Lee Harvey Oswald de la historia es el catalán Mateo Morral. La boda con Victoria Eugenia es el contexto donde Montero sitúa Pólvora Negra. Por sus páginas quedan retratados los personajes de la época, desde el Conde de Romanones, pasando por las andanzas africanas de Primo de Rivera o la figura radical de Alejandro Lerroux. Pero es la historia de España la que queda reflejada. La España de una policía corrupta, la España de bares y pasiones, la España monárquica caótica. La muerte está presente, se presiente desde el principio. Bombas y flores para las vidas finales de Morral. Una situación opaca, como los tranvías de la época, como la pestilencia amarga de las calles de Madrid. Venganzas a flor de piel, deseos de romper con la podredumbre. Esos últimos días se vendieron como los de un loco lleno de amor frustrado, de pensamientos ilusorios. La imagen ilustra la vida miserable, y los inventos macabros, y la desesperación, y los relojes que retrasan, y el pestazo (imagen recurrente a lo largo de la novela) que emerge de las tripas de un perro moribundo. Como la perra España de entonces, como la perra España de ahora.
Hace 47 minutos
2 comentarios:
Parece que no ha cambiado tanto la cosa, ¿no?jajaja
No ha cambiado nada. Nada de nada. Los mismos siguen mandando. Igual que entonces, todo es mentira.
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