Hace 54 minutos
jueves, 2 de julio de 2009
True Blood.
True Blood. True Blood. Los que ya la habéis visto, estas letras juntadas son lo de siempre: un lapo en el mar. En el océano. En el que tú quieras. Los incendios necesitan mucha leña. Y los vampiros, sangre. V, fresca o como tú quieras. Lo vuelvo a decir. La legalidad vampiresa va a llegar, o como se diga. No hay razones que dar par ver True Blood. Hay que verla. Y punto. Y no sólo por Anna Paquin. Sería razón suficiente. Es una serie que habla de convivencia, de amor versus desamor, de deseos incontrolables, de luchas por sobrevivir, de alcohol siempre sano, de organismos sin neuronas, de gente necesitada. Porque todos estamos necesitados. Todos siempre necesitamos algo. Aunque luego, después de probarlo, nos parezca superfluo. Pero ya no es otro día más. Y el tiempo es un hijoputa. Incluso para los vampiros. No hay metáforas para un vampiro: hay noche, hay sangre y hay perversión. La escasez de alma no es universal. A veces, hasta los vampiros, tienen su corazoncito. Y nunca es tarde para soñar. Ficción made in Alan Ball. Y todo lo demás.
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4 comentarios:
Serie buena donde las haya... eso sí, no apta para "blanditos"
Los blanditos ya tiene azúcar de sobra. Será por azúcar.
Perdón por la ignorancia pero, ¿dónde se puede ver?
La puso el Plus y cuatro. Y todo lo demás, Juan Ignacio.
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