miércoles, 9 de septiembre de 2009

No tengo el placer.


Me ha costado leer No tengo el placer, el libro póstumo de Sergio Algora. No me gustan los relatos cortos. Puestos a mentir, hay que estirar el chicle y darle hilo a la cometa. O quizás no. No tengo el placer es una de las mayores reflexiones sobre la muerte que me he encontrado últimamente. La muerte desde múltiples perspectivas pero muerte a fin de cuentas, ese hecho que nos hace tan iguales como dos motas de polvo. El cansancio existencial no es un truco de marketing. Cada vez más, cada día, cada pocos minutos, la gente hace cosas cada vez más raras. No podré ver otro partido del Real Madrid o de la selección de Portugal porque ya sé que le pasó cuando falló el penalty ante Van der Sar en la final de la Champions de 2008; no buscaré regalos para ninguna boda; no entenderé que sigan existiendo los secuestros de niños, porque existen y punto; no podré volver a escuchar a Julio Iglesias o a Ismael Serrano después de imaginar lo inimaginable; las notas sarcásticas tendrán otro valor, como la tienen las muertes absurdas en el cauce de un río. En fin, que jode leer sobre la muerte como jode imaginar a un San Juan que mata a gente, como un Dios te implora por teléfono. El amor casi siempre es suficiente; pero el casi se pierde por una alcantarilla que apesta las veinticuatro horas del día. Puedes pensar cómo va a ser la muerte de un familiar pero no es real hasta que estás allí: es sólo un segundo, pero es ese segundo, ese jodido segundo intolerable en el que Malco coge la espada y corta la oreja. La playa ha dejado de tener encanto, porque todo es mentira y todo se pudre, más aún en una noche de verano en la que algo se para. La rutina de ser un fantasma en vida. Y hay veces que te encantaría leer ese pensamiento, esa escusa, ese ínclito collar de fatalidades. Los superhéroes ya no son lo que eran, ahora todo está adulterado, todo es copiado y pegado, todo descargado desde cualquier ordenador del mundo. Las conexiones son más débiles y las cicatrices siguen siendo cicatrices pese a volver a ver El Mago de Oz. La sangre y la paranoia de un amor de verano que sabes que es más falso que el peor billete de Mortadelo. Y todo lo demás. Pero siempre con la muerte presente, eso que no se te olvide. Y punto.

16 comentarios:

rubencastillogallego dijo...

Joder, menudas palabras. Duras, ciertas y líricas. Qué triple adjetivación más exacta.

Amor dijo...

Cuando te pones serio no tienes parangón. Lo leeré.

Costabravismo forever.

(Qué soso y superficial el documental de los beatles de anoche, por Dios)

anselmo dijo...

Es la entrada mas larga que te he leído jamas.Supongo que era necesario para hacer patente tu dura protesta.

jm dijo...

La muerte, el dolor y sus múltiples perspectivas

Leandro dijo...

Me pasa justo lo contrario. Cada vez me gustan más los relatos cortos. Y cada vez me gustán más que las novelas y otros ejercicios narrativos. Procuro leer al menos uno al día; son el perfecto recambio para los plátanos. No conocía esta faceta de Sergio Algora. Cuentos + Sergio Algora... no puedo dejar de leerlo, como no puedo dejar de escuchar sus canciones. Y ya he visto que había publicado otro libro de relatos antes que éste. Gracias por el descubrimiento

Leandro dijo...

Rubén, estudioso y perfeccionista de la adjetivación. Una triple adjetivación exacta. ¿Tan exacta como en salivazo cremoso? Saludos

Manu MAÑERO dijo...

De hecho la muerte es lo único que tenemos seguro en la vida.

Juan Luis G. dijo...

Piensa en la muerte como un descanso. La vida sí que es un relato corto.

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

Lo tendré en cuenta para la próxima.Nada de relatos cortos. Aunque no me queda muy claro ¿el es balance positivo o negativo? A mí todavía no me lo han traído así que no tengo el placer.

Alpe d´huez dijo...

tomo nota!!!

dios!! y yo ya con 33...
saludos

Insanus dijo...

Bueno, sé que estás jugando entre reseñar el libro y comentar, pero hombre, ¡nada que objetar a los amores de verano! Son lo que son, una relación comprimida, como la leche condensada, :P. Luego septiembre, y adiós muy buenas. Yo sólo he vivido dos así y tienen un encanto triste, como fatalista, que le da un puntillo muy dramático al otoño que viene después, :).

Sarashina dijo...

Nada, que te ha dado terrible. Un texxto intenso. Sólo alguien muy joven puede hablar así de la muerte. Espera y verás. Y esto lo digo con las dificultades inherentes a escribir con un solo dedo. Excuse me, please.

supersalvajuan dijo...

Rubén, simplemente es el miedo que tengo.
Amor, ¿yo serio? ¿me estoy haciendo mayor?
Anselmo ¿seguro?
Jesús, las perspectivas son para dibujo técnico.
Leandro, ¿seguro que los relatos cortos?
Manuel, hasta que Stephen Hawking se invente algo.
Juan LUis, eso lo decía yo antes demasiado: "quien muere descansa".
Lali, cuando te vea te lo doy.
Alpe, edad crítica.
Insanus, el otoño me da miedo.
Fuensanta, me han dado recuerdos para ti, Belén, compañera tuya del insti: mejórate.

Möbius el Crononauta dijo...

Si hay días que uno dice, "vaya, ojalá fuera crisálida".

supersalvajuan dijo...

Mobius, eso seguro que lo pensaba Hannibal Lecter.

rubencastillogallego dijo...

Efectivamente, Leandro, jajaja. Un saludo.