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lunes, 14 de septiembre de 2009
Submáquina.
La historia de Tiffani Figueroa en Submáquina es la de tantas vidas, supervivencia a base de errores, cambios y saltos fronterizos. Es difícil no equivocarse en la vida, no encender automáticamente el piloto que da muchas vueltas para llegar a un sitio muy cercano. Los errores, desde pequeños, son cometidos de manera natural. En el caso de la Tiffani Figueroa que describe Esther García Llovet, sus matrimonios, sus historias, sus trabajos, son golpes de coyuntura. Lo grave es que, de tanto deambular, las coyunturas se hacen eternas. Lo que iba a ser temporal se convierte en perenne, ni más ni menos. Y los anillos, como los cactus secos, permanecen siempre en el mismo lugar. Y nunca puedes fiarte de lo que pasará en un examen, porque todo tiene consecuencias. Todo, da lo mismo que tengas 15 que 50 tacos. La gente se mete en cebollas sin venir a cuento, se sube a coches que no debe y va a fiestas a las que tampoco debería. Y la edad siempre es falsa: cuando tienes 16 piensas que estás con 35, aunque quisieras aún más, y eso es un follón del carajo. Y el anillo sigue girando. Se lee rápida esta historia de recuerdos y encuentros, de fronteras de muerte. Raras son las fronteras sin muertos, te encuentras con los moquetos o no. Y los videos es mejor no verlos porque idolatras a personas que no se merecen peanas. Y un espectro sin alzas es como una hormiga dentro de un terrón de azúcar: se muere, antes o después, de éxito. Los cambios, los niños que parecen adultos (¿o es al revés?), las agendas perdidas, el hambre de billetes, las plegarias antes del viaje. Y los muertos numerados. Y las consecuencias de las bodas. Y todo lo demás.
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2 comentarios:
A ciertas edades andamos tan acostumbrados a la Mahou, que nos da pavor cambiar de cerveza por el miedo a que nos guste. Lo de vivir en una coyuntura perpetua me ha parecido una imagen muy compacta de una gran idea. En definitiva, me ha encantado lo que has escrito. Volveré de visita y por supuesto, traeré las cervezas. Saludo.
A falta de verdes, bienvenidas las Mahous.
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