Hace 52 minutos
domingo, 11 de octubre de 2009
Los perfumes.
Pese al estado lamentable de mi nariz, sigo quedándome con los olores. Y hoy era día de perfumes. Iglesia repleta de individuos e individuas (Aído, siempre, Aído), de hombres y hombras, que, vestidos como nunca e idiotas como siempre, rebañeando un rato, iban a los cinco bautizados con su hortera presencia. Y todo un batiburrillo de olores me entra por la pituitaria. ¿Es que no conocen que el perfume ha de ser bueno y utilizado en su justa medida? Esto es una vergüenza, y de las buenas. ¿Por qué todo esto? En fin, que todo es mentira. Hasta los olores. La próxima visita a la Iglesia, sábado o domingo (este año paso de Pili, que quede claro), me llevo una pinza de tender ropa y me la planto en la napia. O imito a Gemma Mengual con una de esas de natación sincronizada. Qué asco. ¿Puedo vomitar la mezcla de perfumes? En fin. Aunque siempre nos quedará Zoeey Deschanel. Y todo lo demás.
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5 comentarios:
¿Y qué le pasa a tu nariz si puede saberse, hombre de Dios?
Que voy en plan Góngora por culpa de una moto que decidió comerse el suelo allá por junio de 1993. En fin, cosas que pasan, Rubén. Y siempre hay Quevedos sueltos.
Coda: buscaré alguna frase mítica de Bioy y Borges sobre Lugones, aunque los míticos eran ellos dos.
Pensaba que eras el nuevo Grenouille, joder que susto!!!
Qué buena frase esa de "aquí huele a humanidad". Pero cuando la gente huele pretendidamente bien es peor. A mi a veces me da hasta angustia ese exceso, pero también es verdad que yo soy muy aprensiva y que, como se viene demostrando, aprovecho cualquier excusa para marearme.
Muy chulo el vídeo, ese pop intencionadamente ñoño siempre me ha gustado.
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