Muertes y bares.

Hablan los Pereza en uno de sus himnos de "los que madrugan para ir a currar". El problema es cuando vas a currar y no has dormido una puta mierda. Sí, que enganchas, y luego te pones a hablar, y muchas veces se pone la cosa parda y hablas y hablas, y las paredes se ensanchan. Y todo lo demás. Y en ese caso, sólo puedes matar o morir. No queda otra. Esto es la guerra. No valen las historias bonitas en el siglo XXI. Hoy me han pedido una cosa. Que rece. Y no es para mí. Me han pedido que rece para que un hombre al que conozco a su familia (pero no a él personalmente) tenga suerte con los aviones, con las compañías aéreas, con los Secretarios de Estado de la ministra del momento, de los controladores de los aeropuertos y de los que van de farlopa hasta el culo a no sé cuántos pies de altura, y que pueda volar. El tipo en cuestión quiere volver a su tierra. Pero no para cualquier cosa. Quiere volver a su tierra a morir. Quiere morirse en su casa. Como tiene que ser, joder. Morirse en su casa. En su cama. Hace tiempo que no rezo en mi casa. Lo haré esta noche. Porque sí, joder, porque sí. Por una muerte (yo siempre pido un infarto en mitad de la noche, un algo con el que no me entere, los que hace tiempo vieron algunos de mis Campos de Morsas Esféricas lo saben). Como tiene que ser. Y ahora, después de esto, me voy a hacer lo que tengo que hacer. Ayer, ese mito periodístico que es Rosa Belmonte, en su blog, nos contó la respuesta que dio otro maldito olvidado de este país, el mítico Eduardo Haro Ibars a la pregunta sobre su oficio: "Pues yo fundamentalmente voy a bares". Pues eso, voy a hacer, que ya se me está haciendo la boca alcohol. Por cierto, un día un gilipollas de una compañía de teléfonos (el que estaba poniendo el aparato) cometió la estupidez, en mitad de un Dallas Vs Detroit, de preguntarme en que trabajaba. El puto se quedó blanco cuando le contesté, y no volvió a hablarme hasta la despedida. Le dí la respuesta que se merecía. "Me dedico al tráfico. Al tráfico de armas". Esta puta gente debería estar muerta. Nadie interrumpe a Rasheed Wallace y sus secuaces. En, fin, que el viernes se acaba, se quema, pero me encontré algo en Mangasverdes que merece ser visto otra vez. Pues eso, me voy a rezar. Y punto.