Hace 2 horas
lunes, 31 de diciembre de 2012
Dios y el baloncesto
No sé si 23 frases son suficientes, pero qué más da. En Jot Down Cultural Magazine, nos recuerdan el sexto anillo y muchas cosas más.
domingo, 30 de diciembre de 2012
Estrategia(s) vital(es)
Hoy, vía Jot Down Cultural Magazine, tocan libros. Sobre la muerte, sobre la crisis y sobre todo lo demás. Y punto.
viernes, 28 de diciembre de 2012
Necesito ideas
Sí, ideas. De esas que faltan. No para Rodrigo Rato, ni Mariano Rajoy. A Rubalcaba, está claro, que no le hacen falta, es un muerto en vida (política). Hoy de Evita Perón no hablo. Ideas para poner en la calle peatonal que hay junto a la residencia catastral utilizada por mis ilustres vecinos de Villa Desmadre como cagódromo de perros. Estoy pensando en llenarlo de carteles. Aparte de estas ideas, necesito más:
- Eres un sinvergüenza.
- Si tu perro caga aquí, el hijo de perro eres tú.
- Me cago en tus muertos más frescos.
- Les deseo a tus familiares una muerte lenta y dolorosa.
- ¿Sales a la calle sin mirarte a la calle?
- Hijoputa multiplicado por 154
jueves, 27 de diciembre de 2012
Dexter. Séptima temporada
Un día comparé a Dexter Morgan con un Tony Soprano de serie B. Entendedme, joder. Es un cabronazo, y la vida te da palos como ver a tu madre descuartizada en seis pedazos con tres años en un jodido contenedor... y todo lo que viene son seis temporadas magníficas (unas más que otras). Esta séptima, pese a sus titubeos iniciales, sigue el manual de una buena sesión del pincha de turno, sobre todo a la hora de acabar y empezar. Vamos, resumiéndo y recordando a los viejunos del lugar, empieza con énfasis y acaba de manera triunfante. Como tiene que acabar. No voy a espoilear demasiado, que no quiero que me envenenen el botellín (de agua, que eso es lo que yo más bebo en Navidad y en el resto de la temporada). Me recuerda un poco a casi todas, pero con cosas de la cuarta por el sentido de pérdida y con asuntos de la sexta por las novedades del aire de Levante. Alguno cítricos del limón podrido despotricaron de la quinta temporada, sin darse cuenta que las cuatro primeras eran inigualables. El jodido desgaste vive aquí, en cada una de nuestras putas cabezas. Es así. Pero siempre es posible reconciliarse con un hermano, vengar a una madre, visitar al barco a un amigo paterno y darle matarile al que se merece (y si no, esperar que la palme y beberse una London Gin en la intimidad del placer orgiástico que se merecen algunas y algunos [de más de un gremio, por supuesto]). En fin, que es una temporada notable, en las que hay lágrimas inesperadas y declaraciones de amor (también varias) y aún más inesperadas, líos previsibles y jubilaciones anticipadas (se ve que la reforma laboral de la Báñez no llegó a Florida). Como casi todas las de Dexter (y con unos seis capítulos excelentes) dignas de ver y de recrearse en los momentos, incluso con detalles (dejad de morderlo todo). Pues eso, antes de fin de año, y de empiecen los fuegos artificiales y de que el perdedor de tenientes y bebedor de caballitos se pase de la rosca, la séptima de Dexter hay que terminarla. Y luego, a esperar. Y punto.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Polvo en los labios
De este no me había enterado. De su publicación. Andaba yo durmiendo tres horas diarias (es mucho decir) de la capital del reino valcarcil a Cehegín, y tiro porque me toca, con huelga autobusera incluída, cuando Diego, en Zalacaín, me informa de este Polvo en los labios, toda una colección de relatos de Montero Glez que es un adelanto ya en la portada con esa brazo escayolado desde la muñeca, con un índice y un pulgar que sostiene al bicho muerto. Pero intentaré ceñirme a las letras, que para describir imágenes ya hay otros, ciegos y no ciegos en estos días de loterías ficticias y cupones sin premio, de ebriedad vaporosa y encuentros (mal)intencionados. El relato que inicia el libro y le da nombre es una historia de ascensos meteóricos y caídas endemoniadas engendradas en la figura de Chet Baker, con un final de traca en la ciudad del Ajax y de otras muchísimas cosas. Y con una frase sobre el desamparo que hiela el alma y sacude con lágrimas, que deja enmudecido y te hace callar hasta el final del libro. El segundo de ellos, El vientre de Saturno, supera al primero y nos deja un figura al que recordaremos siempre, a un tal Enrico Malatesta con una biografía que merecería un libro entero y vísceras, muchas vísceras. Y desde aquí hasta el final, ya empiezan las referencias al anarquismo que nos intentó salvar y que fue etiquetado de perverso desde sus inicios, con bicicletas incluídas. El tercero, La primera vez, es breve pero dejando un sabor de resquemor, igual que ocurre con el último de los relatos, El cuarto oscuro. Como en El Padrino, al final todo queda en casa. El cuarto, Lulú, cuenta la historia de un palo perpetrado pero, como casi todos, tarantinianos antes y después de lo del colegio verde de esta semana, que no salen como uno espera. El quinto, La mascota, es una historia de cárceles, perros, señoritas e idas y venidas a la playa, apto únicamente para futuros concejales en cárceles portuarias. El siguiente, El secreto de la Garbo, cuenta la historia a tijeretazos y lametones perrunos de Greta, sus más bajos instintos y sus amantes más traicioneras. Entre las páginas 95 y 100 se desarrolla Sin mierda en las tripas, historia de pirulas varias, una de esas que podría protagonizar el hombre de la camisa verde, que en paz descanse y al que su hermana y su cuñada, su única familia (aparte de una monja villapilariense), han olvidado para siempre. En El último sacramento vemos manteca, mucha Manteca colorá. A partir de la página 117, con El barrio de las injurias, después con Rubia de rabia y por último con El vestido de la Chata entramos en época de Alfonso XIII, tías que son hermanastras del padre, conspiraciones anarquistas, gatas ensangrentadas como pañuelos esputados con sangre. En definitiva, estamos ante unos relatos llenos de imaginación de absenta, de destellos de lucidez, de creatividad a golpes varios que no debemos dejar pasar, ni antes ni después del fin del mundo. Y todo lo demás.
Dentro del vientre de la bestia
Buen título para empezar la mañana del día después de Navidad, festividad de San Esteban en el que disfrutar de Zoom-on-a-kill. Pues eso, viva Rusia. Y, hoy también, viva Méjico, con jota, que nos se nos enfade el profesor que enseña historia de América que si ve escrito el nombre de ese país con la equis de la quiniela se nos termina de ir. Y todo lo demás.
Bares de taxistas
Aunque no hace falta que sean de taxistas, y, si quieres, ese gintonic de lo puedes tomar, en el cómic o fuera de él, conmigo.
martes, 25 de diciembre de 2012
Alineaciones varias
Equipo titular, equipo suplente, la maldición de cuartos olvidada, un trencilla negruzco y como siempre, Mercurio en el horizonte, Alfaros y Luques e Isabeles.
Utilzando la Milan
Tratar de no dejar rastro. Ni huello. De fríos, no entiendo mucho, la verdad, eso lo dejo para otros.
Mensaje de anoche
Mensaje directamente desde la huerta del reino valcarcil. Ganas de reñir. Enchufes. Y todo lo demás.
lunes, 24 de diciembre de 2012
jueves, 20 de diciembre de 2012
El tango de la Guardia Vieja
¿Sólo 494 páginas? Pues sí. El tango de la Guardia Vieja, el último libro de Arturo Pérez-Reverte se me ha hecho corto. Cortísimo. Diálogos sencillos, descripciones justas y una historia escalonada en el tiempo en el que vuelve a hacer un homenaje a la mujer espectacular. En este caso, la que lía y deslía, vuelve a ser una mujer, como siempre pasa, que para eso son más inteligentes que los hombres. Mecha Inzunza, un personaje que ya está a la altura de la Bruner (las dos eran grandes), o de Tánger Soto o si me apuras, pero en otras latitudes comparativas, a la gran Teresita Mendoza. El tango de la Guardia Vieja es también la historia de un buscavidas que cambia de nombre y de nacionalidad, Max Costa, un superviviente a guerras marroquíes y mundiales, un bailarín que ha hecho de todo y que acaba de chófer y de lo que haga falta en las redes de la mujer a la que endiosó dos veces en la vida. Saltos temporales a un ritmo endiablado. Y la pasión, y la lujuria, y la duda de la paternidad, y el peligro, y todo lo demás. Muchas veces me pregunto el motivo de que AP-R no saque una novela de este tipo todos los años, sería espectacular. No estoy diciendo que obras como El Asedio o El pintor de batallas sean obras menores (que en comparación con este tango se quedan a millas náuticas de distancia), simplemente que queremos más joyas similares. También, como casi siempre, vemos referencias a batallas y a guerras, al desastre español en Marruecos, a la guerra civil española y sus grandes mentiras, a los exiliados que se quedaron y a los que se fueron, a Paracuellos y a los espías, al Duce y a los meses de julio y agosto de 1936. Argentina, Francia, Italia, lugares comunes para gente extraña, personas que buscan un ideal donde agarrarse pero que al final resbala, que se escapa, que necesita evadirse de la realidad. El tiempo dirá si El tango de la Guardia Vieja está en el podio revertiano, pero de momento en el mío si lo está. Y punto.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
El olvido...
...es un cuadro de Lenin tirado en el suelo en una clase que no es la sombra de lo que fue.
Diario de un interino en paro (LXXIII)
Hora de cita previa en la oficina del SEF/INEM: 11:15. Hora a la que me atienden: 12:45, con unos funcionarios desfasados ante la avalancha, pero con buena cara y atendiendo al personal bien. Demasiado bien creo yo, que a algunos no deberían dejarlos entrar como van vestidos a ciertos organismos públicos (y no hablo de los olores múltiples, de los olores multiculturales y del pestazo insano que aquella mierda tocinera de la alianza de las civilizaciones nos ha dejado en el olfato operado). Pero en fin. Vuelvo a la residencia catastral, y me pongo a distribuir flores de pascua a las amigas setenteras de Is, y me encuentro con un tipo que coincide con uno de sus dos nombres con uno de los dos míos, que coincide con uno de sus dos apellidos con uno de los míos, y, me vuelve a contar la historia de hace 21 años cuando en Cartagena compraron tres kilos de droga. Y dice que, otra vez, no le duraron ni tres meses. Pero eso era, dice, cuando él manejaba dinero. Ahora, termina el segundo cigarrillo a mi lado, bastante tiene con la metadona que le permite controlar los dolores de la osteoporosis. Y todo lo demás.
Diario de un interino en paro (LXXII)
Vuelta la oficina, no del INEM, sino del SEF, que a efectos formales es lo mismo. Habrá que taparse la nariz, ir de mesa en mesa, hacer el paripé y estirar el chicle. Pero siempre, con al final de la octava de Weeds, nos quedará Rilo Kiley.
Don't rules
Pero ni de rugby, ni de fútbol americano...nada de vidas sin dolor, nada de jodiendas con vistas a la bahía. Es lo que hay.
Caer...
...y volver a caer. Siempre pasa lo mismo, y si lo hacen Joe Crepúsculo y Fernando Alfaro, pues entonces no se puede faltar a la cita.
martes, 18 de diciembre de 2012
Postal de recuerdos
Difícil eso de poner en una postal los recuerdos. Distancias, disfraces, vómitos y todo lo demás. Y no existe la verdad porque todo es mentira.
Best (Noel)
Se acerca la Navidad y, al que hay que pedir, es a Noel, pero al Noel de verdad, al bueno, al del City. Y todo lo demás.
lunes, 17 de diciembre de 2012
Las canas de mi barba
Y vuelta al desempleo, al contarme los pelos de la barba y a leer el tango de la guardia vieja. ¿Algo más?
sábado, 15 de diciembre de 2012
Sobran las palabras
Cuando hay talento, y no solo para sentar como un viejuno en el suelo a Paul Pierce, no hace falta decir mucho más. Admirad!!!
No me lo esperaba de KG
No me lo esperaba, la verdad. Y abro NBAManiacs y me encuentro con esto que me hace creer que hay algo en el corazoncito de KG.
Klimt
A finales de los 90's, La Verdad de Murcia tenía la buena costumbre de dejar a sus articulistas libertad absoluta para que escribieran una página entera sobre lo que les diese la gana. Uno de esos días, la profesora doña Elena Conde, en colaboración con su bolsa de Harrods, hicieron uno de esos especiales sobre Gustav Klimt, y desde entonces, como el número uno del draft de la NBA de este año, lo tengo entre ceja y ceja. Ahora, después de tanto tiempo, en Merkelandia se pone de moda. Y todo lo demás.
jueves, 13 de diciembre de 2012
Huelgas y elecciones
Todo en un mismo día. Desde los lunes, los autobuseros; elecciones sindicales, hoy. Veremos como acaba el día. Y, como siempre, veremos quien gana. Pero no. No gana nadie. Siempre salimos perdiendo.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
El tiempo
Siempre es el de tiempo de la cerveza fría, de escuchar a Nacho Vegas, de comer reclutas bien cargaditos, de leer a Montero Glez, de ordenar la mesa habitacional, de recordar el motivo por el que te dejan vivir en la resistencia catastral y de un montón de cosas más. Siempre es ese tiempo.
martes, 11 de diciembre de 2012
Galatea de las esferas
Hay Himalayas imposibles de escalar. La vida de Enrique Saorín el protagonista de Galatea de las esferas, es una de esas que merece ser leída aunque no sea agradable. Y sí, hay apartados, hay párrafos del último libro de Rubén Castillo Gallego que muestran lo desagradable que puede llegar a ser el hombre. Muy bien escrito, pero el personaje apellidado Saorín, fracaso hecho definición, es uno de ellos. Nos cruzamos con ellos a diario en el instituto, en la familia, en el autobús. No les vemos. No les preguntamos por su estado de ánimo. Son tipos grises con alma de cabrón.
La mayoría no alcanza lo que quieren ser. Los mineros también soñaban con ser futbolistas y ahí siguen, carbón arriba, carbón abajo. Saorín es un sueño estúpido, un conserje de instituto que se cree con autoridad para escribir y para matar, que se cree con la potestad de rajar de su padre, y de su madre, y de su tío, de toda su única familia. Y de pequeño, como nos retrata Rubén, un acomplejado, un limón (omnipresente el cítrico celestial en esta novela) en putrefacción a los pies de un árbol moribuno. Y hace tiempo qeu hubo personal que se dejó engañar por Kitaro (dejaré de ejercer de periodista musical cicutero por un rato).
No quiero extenderme, que las botellas solo acaban en los hígados inapropiados y en fondos marinos contaminados. Me gusta el juego temporal que tiene el libro, esa cronología que ya hubiera querido usa así Marc Bloch. Me gusta el retrato de ciertas alumnas de anteayer, de ayer y de hoy, antes y después de Wert. Y me gusta (no se me malinterprete) el desprecio que hace de la familia a la hora de describirla. Uno de los errores de la postmodernidad es el uso de los eufemismos, ese puto hecho de no llamar a la estupidez con esas nueve letras. Intento explicarme pero sin destripar Galatea de las esferas. Hay muertes que, aunque inesperadas, son necesarias. No hace falta que las celebréis (yo tengo apuntadas varias, entre ellas la de una profesora de matemáticas viejuna que posteriormente fue compañera y que me hará deleitarme en un Amazonas etílico sin parangón) pero que no van a ser lloradas. Y el protagonista, en eso, pertenece a ese selecto grupo de sibaritas funerarios.
Juntaba antes unas palabras sobre la importancia cronologócia. Quien sostenga esta Galatea de las esferas entre sus manos observará que el poco tiempo que es feliz Saorín (o mejor dicho, que cree que lo es). Hay etapas, incluso momentos (como diría el gran Manuel Alcántara, "la inminencia debería durar como mínimo lo que suena un himno nacional") en que creemos que somos felices. Y creemos que la amistad es amor. Y en ese caso, en el amor, en poseer lo prohibido, tiene el problema el señor conserje, en la confusión enfermiza, en la pasión malentendida, en el error generacional. Y en que tiene dos joyas que no observa, que no alcanza a entender su significado, como son los personajes de Cristina y Clara. No digo más, que yo de momento, no me apellido García y no cuento argumentos a mi reducida audiencia. Simplemente, constatar que hay momentos en los que deseé dejar el libro, sobre todo al final, sin terminar, porque no quería que me cayese bien el tal Saorín, aunque al final no sé si tuve éxito en esa empresa. Imprescindibles las primeras 183 páginas, que enganchan y crean adicción, aunque yo pondré todas las novelas de Rubén Castillo Gallego en comparación con Las grietas del infierno. Y todo lo demás
Independientes
Martes por la tarde. Otra vez, el desempleo a la vuelta de la esquina, otra vez reiniciando diarios que no sé si se será infinito. O tal vez no. No ha sido un martes tarde más. Simplemente, se trataba de recordar joyas indies. Con múltiples interpretaciones y definiciones, con opiniones varias, con la figura centralizadora de Julio Ruiz y las palabras de Antonio Luque, de Maga, de Antonio Arias, de tres Loris, de Erik y Florent, de Fino Oyonarte, de recordar los 90’s y pensar en el mañana, que es el mismo indie (el Word le pone la mayúsucula él solito y me da un subidón) pero con más canas. Por todo eso es imprescindible que, si tienes una horita, veas Independientes. Y punto.
Con una Judas en la mano
Anoche, en Sensacional, recordé está canción cuando recordaba al de las 20 monedas entre jamón y queso, entre Nachos y Virginias.
lunes, 10 de diciembre de 2012
London Boulevard
No metamos a Chema Boulevard Rey por estos lares, aunque seguro que esta banda sonora le encantó. Demasiados parecidos a cualquier peli de Guy Ritchie, pero buena para una madrugada entre NFL y NBA. Para eso y para alguna cosa más, London Boulevard.
viernes, 7 de diciembre de 2012
¿Tú no flotas?
¿No estás muerto? ¿No quieres ser concejal? ¿No quieres dietas por viernes de alquiler neuronal?
jueves, 6 de diciembre de 2012
Laboratorio
¿Tiene que existir algo? ¿Por qué no encuentro ese laboratorio de las farmacias del espacio? Pues eso, dice que Mercurio. Siempre Mercurio.
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Otra vez
Una joya, de esas que no escuchas todos los días. Han de arder, unas tras otros, ciudades y pueblos. Y todo lo demás.
Boss. Segunda temporada.
Nada como empezar a trabajar como para dejar de hacer lo habitual, lo cotidiano. Y eso da rabia. Me ha pasado, la rabia (esta vez no contra la máquina) y la segunda temporada de Boss. Y luego, a mitad de nada, te enteras que lo jubilan y mientras nos tenemos que comer a botellas y cámaras, pero es lo que hay. El alcalde Kane es un señor cabrón. Esas seis letras y esa tilde lo dicen todo. Cabrón. Sin escrúpulos, temblecoso, hiperhijoputa, manipulador y cualquier palabra que se te pase por la cabeza. Incide en lo de siempre, aunque ya no sorprende, porque los políticos son así. Ya lo vimos en la quinta de The Wire. Son patatas a 180 grados que cuando intentas tocar te trastocan los dedos y el alma. Sobre todo, el alma. Da igual la sangre (la reconocida y no reconocida). Se aprovecha de la amistad, del matrimonio, de la paternidad, de cuestión racial y de cualquier resorte que esté a su alcance. El señor Kane, primero; todo lo demás, después. Una lástima que se nos acabe este inventillo de Boss, que no hay nada como una ciudad como esa. Chicago da para eso y para mucho más. Y, al día de hoy, no sorprende que las ciudades importantes estén al borde la intervención, de que se junte pasión y política, y, sobre todo, que al público, al espectador de turno, al sufrido sufridor, a todos y cada uno, intenten jodernos. Para eso está el señor alcalde de turno. Y todo lo demás.
martes, 4 de diciembre de 2012
Una de mentiras
Y hit, que esto es un hit, uno de tantos como aquel día que el Chelsea le ganó al Bayearn.
Grandes
Hay textos que vienen como anillo al dedo en tardes de correcciones infinitas de doble cero.
Cero, doble cero,
cuando estoy cerca de ti.
Cero, pero no tengo donde ir.
Tu querer y mi querer,
aunque se ríe por dentro
no puede prevalecer.
Te tengo que ver llorar
y pasando el sufrimiento
que tú me has hecho pasar.
Yo no siento que te vayas,
levanta niña del alma
porque sentada desde el cigarro
lo llaman sangre de mis entrañas.
Se apagó mi cigarro,
perdí un amigo,
perdí el camino,
perdí el camino,
a la luz del cigarro
yo vi un molino.
domingo, 2 de diciembre de 2012
Tempestad!!!
...era el castillo del Conde Drácula. Joder, cuánto tiempo sin escuchar "el último peldaño".
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