Hace 2 horas
miércoles, 30 de diciembre de 2015
martes, 29 de diciembre de 2015
lunes, 28 de diciembre de 2015
Orphan Black. Segunda temporada
Hay veces que te quedas sin adjetivos para describir a algo o a alguien. Este hecho ocurre con Orphan Black en general y con Tatiana Maslany en particular. Aunque la historia crece, y se le va un poco de la tecla o la pluma a los guionistas, esta segunda temporada crece y se reproduce porque Tatiana, en su altar de múltiples aristas, en mitad de su divina proporción, ilumina a todos los que están alrededor: policías apartados de su ejercicio, doctoras enamoradas, ejecutivas sin escrúpulos, asesinos sin vocación, militares cuadrados, padres que leen La isla del Dr. Moreau, madres adoptivas y todo aquel que esté a metros suyos a la redonda. No sé si mis retinas estarán a la altura de Orphan Black, o sea una equivocación seguir viéndola (siempre llega la decepción o no), pero habrá que reinventar retinas para que la iluminada, la divina proporción, la phi televisiva, la razón dorada de Tatiana nos siga guiando a través de un producto bien hecho aunque no redondo ni perfecto, porque a estas altura de la serie solo es ella perfecta. Y todo lo demás.
domingo, 27 de diciembre de 2015
Versalles. Primera temporada
Nunca una agonía tuvo un jardín para nuestro deleite visual. Y si algo destaca en esta primera temporada de Versalles es el modo en cómo luce: lucen los zapatos, lucen las ropas, lucen los jardines, lucen los espejos venecianos, lucen las comidas, lucen los tapices, lucen los peinados, lucen las joyas, lucen los paisajes. Todo es un show, un gran show aunque la que más luce, todo hay que decirlo es Noémie Schmidt en su papel de Enriqueta de Inglaterra. En torno a ello, se forma un triángulo peculiar entre Luis y Felipe, majestad y alteza, ambos vicio y malpulguismo a la vez, excéntricos y ególatras, cristianísimos y juerguistas de chance. Entre los papelones a destacar el que ejerce Stuart Bowman. Actorazo. Y de decorado, todo tipo de jaleos de corte, intrigas, conspiraciones y jodiendas con vistas al jardín. Y todo lo demás.
sábado, 26 de diciembre de 2015
Nada nuevo bajo el sol
Se acaba el tiempo y siguen los cartelitos electorales por las calles. ¿Para cuándo la fecha de las nuevas elecciones generales que nos van a costar 160 millones?
viernes, 25 de diciembre de 2015
¿Ricos para siempre?
¿O era enanos sin fronteras? ¿Dónde está el límite entre la genialidad y lo absurdo?
Coda: Me sorprende la cantidad de imbéciles que salen el día 24, de día, mientras se pasan todo el puto año encerrado. Pero el día 24 son los reyes de la red social y del vómito antes de llenar el buche, otra vez, a las nueve de la noche. Os deseo la misma suerte que aquella profesora que me dio clase dos años en un instituto y que, luego, después de casi veinte años coincidí con ella de compañera en otro instituto de la capital del reino valcarcil: una lenta muerte y, a ser, muy dolorosa.
jueves, 24 de diciembre de 2015
Lilyhammer. Segunda temporada
Somos de Lilyhammer porque somos de Frank Tagliano. Y porque somos de Los Soprano. Y, aunque tiene altibajos esta segunda temporada, solo por los dos últimos episodios merece la pena: por los guiños, por New York City, por el jet lag, por las carreras de renos, por las maestras de los bebés, por las apuestas y las carnes, por la nieve y los momentos recobrados, por la odisea sin Homero y por los holocaustos filipinos. A cada cerdo le toca su San Martín, pero siempre seremos sopranistas. Siempre, antes y después del divertimento, antes y después de beber vinagre, antes y después de pasar por el confesionario, antes y después del Flamingo. Y todo lo demás.
Luther. Cuarta temporada
Vuelve el Luther de los grandes momentos. El John Luther que se rasca la barba y el pelo y con el que sabes que algo bueno y algo malo va a pasar. A la vez. El Luther que se abandona y el Luther que decide poner(se) la camisa oscura, la corbata oscura, la americana oscura y la gabardina oscura, y que no le tiene miedo a la lluvia londinense ni a los sueños de locura. Y vuelve el espíritu de Alice Morgan, ahora que se dedica en cuerpo y alma a asuntos macnultinianos y de cuernos y de maternidad y de todo lo demás. Y jodiendas, porque si lo de Alice no tenía nombre (amor, odio, desamor, locura, incendios de hospitales, vías de trenes y todo lo inimaginable), Megan Cantor, deja puntos suspensivos para ser la nueva Alice. O peor. Nunca se sabe con las mujeres malas. Como dicen en Versalles, te llevan a la filosofía. O la muerte. El malo de esta dosis de caviar (mejor no comparar con la cantidad de mortadela con olivas que nos venden con el nombre de "series") es el malo heredero del Gran Hermano informático que se mete en nuestras casas y no olvida su mediocridad y su pasado. Lo dicho. Viva el caviar.
miércoles, 23 de diciembre de 2015
Fargo. Segunda temporada
En mitad de la cuadratura del círculo, entre viajes a ninguna parte y copas sin fin, llegué a la segunda temporada de Fargo. Con cortázares sin raíz y desayunando cervezas, con amas de casa corroídas por el cáncer, por cadenas de mando sin orden ni concierto, con mafias de Kansas City enfrentadas a familias salvajes, con niñas malcriadas, con órdenes sin concierto, con policías ordenados, con esteticistas alteradas, con carniceros desheredados, con lectoras de Camus, con peluqueras sin tijeras, con indios salvajes, con todo eso y mucho más se cerró la cuadratura del círculo. Ese círculo incluye demasiados matices, demasiados hilos que coser, demasiados números de lotería que nunca tocan, demasiadas carreteras secundarias, demasiadas casas del lago aburridas, demasiadas llamadas telefónicas desde cabinas olvidadas de la mano de Dios, demasiadas cartas con las que jugar a ninguna hora, demasiadas subidas del lago, demasiadas juezas muertas sin motivo, demasiados accidentes sin motivo, demasiado café para el chico que tenía los mejores números en el equipo de fútbol americano del instituto, demasiado paleto sin fronteras, demasiado 1979 para negros con ínfulas, demasiado champú para tan poco pelo. Demasiado todo. Y se cerró el círculo, y volvimos a empezar, y el platillo volante nos deslumbró en mitad de tantos tiros y tanta sangre. Y todo lo demás.
lunes, 21 de diciembre de 2015
domingo, 20 de diciembre de 2015
El miedo a las encuestas andorranas
Andorra es el camino, pero solo para algunas familias. Destino cruel, destino fatal, tocado en la línea de flotación. Vengo de votar, pero fui con el careto asustado.
sábado, 19 de diciembre de 2015
Bulls 144- Pistons 147
No está ya don Chuck Daly para enfadar al personal. Ni Thomas, ni Jordan, ni Pippen. Pero vaya números. Cuatro prórrogas y muchos interrogantes en los Bulls en el after extra time pero multiplicados por cuatro. Partido histórico desde el punto de vista estadístico. Y todo lo demás.
viernes, 18 de diciembre de 2015
El penúltimo error de Rajoy
A raíz del puñetazo sufrido por Rajoy, el PP ha vuelto a mostrar públicamente sus complejos. Dicen Rajoy y sus secuaces que no van a denunciar a ese menor (por meses). La penúltima equivocación, el penúltimo error. ¿Entonces no tienen que denunciar los profesores cuándo son atacados por sus alumnos? Se linchó en campaña a Marta Rivera de la Cruz por decir y pedir lo que muchos pensamos, aunque quizás con las palabras equivocadas. Se pide a las jóvenes (y lo hizo Soraya en el debate a cuatro) que denuncien a sus agresores, tengan 10, tengan 15, tengan 17 o tengan 82. ¿Y por qué el presidente (de momento) no denuncia a su agresor? Pues no lo denuncia por sus complejos, por el miedo que le tiene a lo que digan los pijoprogres y los amigos de los medios. Otra vez, Rajoy, lamentable.
jueves, 17 de diciembre de 2015
Buscando la lluvia
Recuerdo que cuando el amigo Iturbe llegó de Basauri, contaba los días que llovía en Murcia por aquel curso académico 93-94. Vaya tiempos, vaya recuerdos. Y todo lo demás.
Mal de amores enebeáticos
Mucho se ha hablado de Klay, escudero de Don Stephen, y su infidelidad. Rosa, rosa, rosa. ¿Y a nosotros qué? Nos importan sus números, nos importa su tercer cuarto de esta noche contra Phoenix. Juzguemos a los deportistas por sus hechos, no por su vida privada.
martes, 15 de diciembre de 2015
En memoria de Fernando Altarejos
Seis y diez de la madrugada de este martes preelectoral de diciembre, después de clases, evaluaciones y más clases. Nos quejamos sin deberlo. Somos privilegiados. Lo dicho. Seis y diez, veo terminar la repeteción de Fiebre Maldini, recordando un Atlético de Madrid Vs Brasil de 1978 en el Calderón con Luis y Peiró en el banquillo, y, al acabar, Julio Maldonado y sus secuaces hablan de la muerte de Fernando Altarejos. En el mundo virtual y telemático, nada es lo que parece. Recuerdo que empecé a seguir por twitter a Altarejos después de que Sixto Miguel Serrano hablara de él en la narración de un partido. Creo que lo llamó enciclopedia. Hoy me quedo con las palabras de Uría en su blog. D.E.P.
viernes, 11 de diciembre de 2015
Catastrophe. Segunda temporada
Me sigo riendo (mucho, solo, vestido) con la segunda temporada de Catastrophe. No sé sí tanto como con la primera, pero un disparate. Ahora ha pasado un tiempo y las historias son distintas pero con la misma sonrisa continua de Sharon Horgan, contagiosa y pegadiza a la vez. Siguiendo con dramas hechos parodia, esta toca la demencia senil, las separaciones temporales propias y ajenas, la pérdida de estabilidad laboral, la pérdida de control de los amigos, los viajes a París, la (in)dependencia económica y los problemas de la lecha materna. Los años pasan y no sabemos si merecíamos tener lo que perdimos. ¿Sí?. ¿No? ¿Quizás? Vaya usted a saber. Pero una vez que se pierde todo (durante un segundo, un día, tres meses, un año, de por vida) el cambio va del alfa a la omega, del jamón a la mortadela con olivas. Y llegas a la sensación final de que la soledad, aunque infravalorada, no puede ser siempre buena. Y empiezas a escarbar en la memoria, y pones en la balanza personal demasiados asuntos. Y, en mitad de todo eso, te ves resacoso, solo en casa y escuchando el Avalon de Roxy Music intentando imitar a Bryan Ferry. Y no nos engañemos: no hay nadie que pueda ser Bryan Ferry. Y punto.
Coda: Y ahora que vamos todos de expertos en guerras galácticas, menudas apariciones de Carrie Fisher.
jueves, 10 de diciembre de 2015
Recordando días de lluvia
Se nos sigue atragantando la comida. LLueve un día de cada cuarenta, y no nos damos cuenta de ese privilegio. Y nos quejamos. De vicio. El infierno sigue siendo una cosa muy personal y sigue mucho imbécil suelto y, también, en sus casas.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
The Offseason: Kevin Durant
He tenido la ocasión de ver esta noche, en residencia catastral ajena, el reportaje de HBO Sports titulado The Offseason: Kevin Durant. Con momentos en plan El Séquito, me quedo con las conversaciones con el seleccionador de USA y su renuncia a ir al Mundial de España de 2014, y la presentación del videojuego en la que coincidiendo con Curry y Harden, entre otros, habla sobre el mismo tema. KD habla de descansar, y de preocupar(se) por su equipo. Estos tipos, como ahora Lebron, están más preocupados por otras cosas, y viven por encima del bien y del mal. OKC perdieron su oportunidad de ganar la final a los Heat de Lebron, y con los Warriors y los Spurs, deben cambiar más (y no solo de entrenador) para volver a llegar a la final. Veremos. El infierno sigue lleno de buenas intenciones. Y el pique con Carmelo en el reportaje, lo de siempre, todo de cara a la galería. Y todo lo demás.
Y yo digo... ¿Qué raza hay que sacar?
No lo había visto hasta que Enrique Rubio lo ha enlazado en Facebook. Cada día se supera. Menudo Sánchez.
Coda: Le ha faltado llorar.
Ya me están pidiendo el voto
Otra vez. Gastando perras sin tener que gastarlas. Vamos a tener que subir los sueldos de los políticos para que, de una vez, dejen de tocar lo que no es suyo. Y las narices.
Coda: Y mientras, los demás, mirando para otro lado. Aparentando que todo es verdad, que el precio de las bajocas planas es justo. Y todo lo demás.
El juego de asistir y sabotear
Las letras de este mes, la canción de este diciembre cansado de existir, llevan la firma de Viva Suecia. Bien por ti.
martes, 8 de diciembre de 2015
No se acaban las versiones
No me canso de escuchar 20 versiones. Borrón y cuenta... no vale siempre. En mitad de la decepción siempre nos queda una canción que nos resume el día en tres minutos.
Viva Tarantino
Ya no está el hombre de la camisa verde para decirme psicópata, ni para pedirme unos euros ni para dejarme las películas que alquilaba. Pero siempre nos queda Tarantino.
Jessica Jones. Primera temporada
Obsesión, fuerza, poder mental (mal)intencionado, infierno lleno de buenas intenciones, cristales que se rompen una y otra vez, vecinos raros, yonkis utilizados, cuellos que cortar, brazos que titurar, pastel de plátano con muez moscada, héroes supremos sin que Bowie les cante, muertes sin sentido, madres que obligan a vomitar a sus hijas, lavabos delatores, emisiones radiofónicas idolatradas, alcoholismo (bien)intencionado. Todo eso y mucho más es la primera temporada de Jessica Jones. Marvelizados estamos hasta la enésima potencia. La mayoría recordamos a Krysten Ritter por su papel de Cassie en Breaking Bad, pero es mucho más. Nunca una canija dio tanto juego. Mala, retorcida, alcohólica, con un pasado de armas tomar y con muchos puntos suspensivos que completar. Aunque no sé el motivo, yo la recuerdo más por Gravity. Cosas que pasan. El malo británico de turno es David Tennant con barba de dos días, al que siempre visualizamos por Broadchurch. Como malo malísimo no se mancha las manos: delega en otros el mal, como hace cualquier director de instituto, cualquier concejal de urbanismo que manda al técnico a que firme papeles mientras él está en el yate con los amigos, las putas y la partidita de mus. La fuerza bruta la pone Mike Colter y la pasión y la luz una Rachael Taylor que ensombrece a todos los que están a su alrededor. Y para terminar de rematar la faena, Carrie-Ann Moss vuelve al negro para hacer de abogada sin escrúpulos y con sonrisa maléfica. Quizás va lenta la serie, quizás al malo se le puede rematar mucho antes, quizás nos dejamos llevar por la marea en vez de irnos con Rajoy a Doñana y pasar del debate. Y todo lo demás.
lunes, 7 de diciembre de 2015
sábado, 5 de diciembre de 2015
viernes, 4 de diciembre de 2015
jueves, 3 de diciembre de 2015
miércoles, 2 de diciembre de 2015
El instante de peligro
¿Son las imágenes los mejores instrumentos para recordar? ¿Nos dañan las imágenes al tenerlas presentes? En El instante de peligro el juego que dan las imágenes nos lleva a un laberinto de paredes y retinas olvidadas, de repetición de conductas y preguntas recurrentes. O tal vez, no. Cada uno le da una interpretación a las imágenes en esta era en lo que todo es efímero y olvidadizo, todo abundante pero desechable. Y, encima, Miguel Ángel Hernández Navarro nos pone en su palabra, alguna que otra vez, la deflación entre las páginas y citas de Walter Benjamin para que nos guíe su brújula hacia ninguna parte. O al norte de la perdición, que a fin de cuentas, es lo mismo, por mucha ropa que te pongas encima en mitad cualquier sitio. ¿Vocación para las imágenes? ¿Le damos sentimos a algo que fue creado por la necesidad y sin sentido artístico? Dedica el libro a los ausentes y a las historias borradas, y acaba la primera frase del libro con la palabra sombra. Marcando territorio. Correos electrónicos, imágenes entre 1959 y 1963, jodiendas con vistas a los ladrillos. Y reflexiona, para situar a Martín y sus sombras, en el mundo laboral de la indefensión, de la temporalidad, de la marginalidad laboral de lo que parece que brilla a la perfección y no es así. Como todos, pero en el mundo universitario, esa casa de putas en la que el líder es enfermedad venérea. Y la crisis, y el frío, y la nieve, y la huída al pasado de los tormentos. Y no me creo eso de "mirar el pasado con los ojos del presente". Películas en las que no pasa nada y hacen pensar. Y, pensar, como bien dicen en Cerdos y diamantes, te mete en líos. Y el recuerdo pasado de Sophie, error y acierto, pasatiempo o capricho lo hubiera definido Francisco Nixon en cualquiera de sus canciones (otra vez le pongo el pero de la música a la novela, no me vale lo de la emisora de radio en el coche en busca del objetivo que nos destroza nuestro pilar argumental de la historia). Me gusta que Hernández Navarro subraye ese privilegio de ver las películas (y yo lo traslado a cualquier hecho, cualquier libro, cualquier prospecto farmacéutico) en soledad. Cada vez tenemos menos tiempo para esa soledad que la sociedad del XXI infravalora pero que tiene lucidez caballeresca. Sophie, Lara, Anna: ausencia, repetición, presencia, distancia, comparación, palabras, silencios. Siempre nos da por la comparación, por la puntuación, por la equiparación cuando hablamos de mujeres, y eso solo nos lleva a otra palabra: derrota. Si comparamos, salimos derrotados, y si perdemos, no encontramos ese norte de esa brújula laberíntica de sueños marcos de fotografías con o sin marco. He leído El instante de peligro entre bares, trenes y autobuses, rodeado de desconocidos, como los muros y las sombras de la novela. Habla el autor del tiempo que tarda Martín, el protagonista, en ver las imágenes. Repetir las imágenes hasta hacer de ellas retinas, aunque luego olvide otras fotografías que añore. Y luego encuentras una entre un millón, persona o imagen, y la pierdes, y te arrepientes, y buscas lo mismo en otra, pero no es la original. Nunca. Y unir los tres primeros números primos, alterados, encerrados en una habitación, esperando una redención. Pero no se consigue la pureza de la imagen ni de la fotografía. Y luego siempre hay un momento en nuestra vida que, un tipo con una indumentaria peculiar, nos desmonta nuestra historia: en un despacho, en una consulta médica, en un salón, en mitad de una conferencia. Se nos caen los palos del sombrajo y salimos por la calle de atrás. Por la puta calle de atrás, y tenemos que empezar de cero, y ni los números primos, drogados o no, se van a arreglar por mucho que los dejemos encerrados en su habitación entre juegos neperianos y de los otros. Y aparece la historia americana, y la Guerra Civil, y solo faltan Fogel y el tiempo y la cruz. La cruz, siempre hay una cruz entre sombras e imágenes, entre retratos y letanías. No sé si el amor y el sexo se pueden resumir en una teoría de la mirada, las miradas son demasiado complejas, habrá que buscar una teoría más fácil y menos caprichosa que la de una mirada. Y lo que tenemos, es cierto, ahí si que acierta, todo es invisible e incomprensible. Porque todo tiene una explicación, una comprobación que nos fastidia todas nuestras hipótesis. Y todo lo demás.
Deustschland 83. Primera temporada
Entras en cualquier clase de Bachillerato, dices Reagan, Andropov, Honecker... y alguien sabe quienes son. Luego te despiertas del sueño. En cada uno de los capítulos de Deutschland 83, nos ponen a toda la pandilla de políticos, competentes e incompetentes, e incluso Brandt y Kolh, con sus discursos y monsergas. Sencillito producto de la RTL, a la estela de grandes productos sobre espías e infiltrados, sobre familias raras y militares cabrones, sobre inteligencia nada inteligente y todo lo demás. No se puede esperar de Deutschland 83 un producto como The Americans. Pero no. La historia creada por el matrimonio de turno, nos lleva a un jovencito rubiales (encontrar un alemán rubio es como un gitano sin gafas, algo habitual) del ejército de la RDA a infiltrarse (tal que así) en el ejército de la RFA. Ni fotos ni jodiendas. Sustituye a otro tipo y nadie mira las fotografías. Increíble. Familia la del rubiales compleja: madre que cuida a su hijo sin padre (aquí no utilizamos madre soltera, las madres son madres tengo consorte o no), tía en la inteligencia de la RDA, libros prohibidos, novia sin principios, general al mando con familia difícil, compañero de litera con demasiados fotogramas torcidos y presencia del SIDA como martillo que golpea al personal y en seis meses te manda a la caja de pino. Y después de todo esto acabamos con la frase mítica de Volpini: "El diablo es un agente doble al agente de la Providencia". Y en el caso de Alemania 83, el infierno está lleno de buenas intenciones y de disparos (bien)intencionados. Y todo lo demás.
martes, 1 de diciembre de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)