Hace 3 horas
jueves, 28 de agosto de 2014
Tyrant. Primera temporada
Tyrant juega a muchas barajas. El pasado y sus jodiendas de Oriente más o menos próximo, más o menos extremo. Pongamos sobre la pantalla del PC las primaveras árabes, la sodomización con bayoneta previa a la muerte del que se hacía fotos con todos los líderes europeos, el final más o menos de chiste del egipcio que más mandaba… ¿Sigo? No. No hace falta. Pero Tyrant, en sus múltiples barajas, nos mete en bodas reales, en sucesiones reales, en golpes de Estado. Un poco de todo en diez capítulos. Jodiendas que muestran a un príncipe que se marcha a Estados Unidos a estudiar medicina, ejerce de pediatra, vuelve para la boda del sobrino medio obligado y se mete en berenjenales que mezclan pasado, tradición, fuegos artificiales, asesinatos varios y un hermano al más puro estilo tarantiniano con escasas neuronas. Todo vale en Tyrant. O casi todo. Pero el pasado es presente, y el futuro, demasiado incierto. El pueblo, sus violaciones diarias, el peso del apellido, los yankis jugando a ser dioses de serie b (como suelen hacerlo, antes y después de los drones) y todo el olor a incienso que ello conlleva. ¿Poca diversión con el ejército de por medio? Todo lo contrario. Antípodas del aburrimiento. Le cuesta enderezar el asunto a esta primera temporada de Tyrant, pero lo hace y con mayúsculas.
miércoles, 27 de agosto de 2014
Borgen. Primera temporada
No conozco nada de Dinamarca salvo un par de datos sobre unas verdes que en realidad no son tan verdes. Pero la primera temporada de Borgen mola. El problema de las series políticas son las comparaciones de los últimos tiempos. Yo pongo la medalla de oro (no solo de las políticas, de todas) a El ala oeste de la Casa Blanca; después, las demás. Pondríamos en distintos tipos de altares, postSorkin, por supuesto, a la versión yanqui de House of Cards o a Boss, y por estas tierras del viejo mundo a Secret State o The Politician’s Husband. Pero los daneses, entre las verdes, el vino que se meten entre pecho y lomo y el jodido frío son distintos. Se lo toman todo, y a la tremenda. Borgen narra el ascenso de una mujer a la posición de lideresa, cual Esperanza, a Primera Ministro (y digo ministro, y, si alguna Aido o alguna feminazi se enfada, que se joda). Y lo narra bien. Desde el final de la campaña electoral, casi todo vale. En principio todo parece ajedrez, del bueno, de ese ajedrez estamos hablando. Sí, de ese. Tú blancas, yo negras, yo pierdo, tú me das la mano. Luego cambia. Luego me levanto mientras tu piensas, mastico chicle como Caparrós en un manicomio mientras tú dudas entre enroque o mover el caballo como Kasparov en sus mejores días. Y encima una mujer es la que va a ser la segunda persona más importante de Dinamarca por detrás de la reina. Y el río de cadáveres que deja por el camino, en partidos para conseguir coalición de gobierno y en la oposición, no para de crecer. E, incluso, poco a poco, el problema es el fraccionamiento familiar. La ruptura de la paz familiar, de la rutina con el listillo de su marido y sus hijos, y su padre. Y, colateralmente, aspectos del frío que no debemos olvidar: la tasa del 20% de intentos de suicidios de Groenlandia y jodiendas con vistas a los fiordos. A los putos fiordos. No hay Toby Ziegler al uso, ni Josh Lyman, pero hay compañeros de partido y encargados de prensa, y secretarias torpes, y consejeros políticos y tiene un papel principal la prensa. La prensa, esa a la que aquí se maneja con publicidad institucional, putas a costa del fondo de liquidez autonómica y gambas de la mejor procedencia. No llega al nivel de pesadez de la quinta de The Wire, pero la prensa tiene un papel principal en Borgen.
martes, 26 de agosto de 2014
Diario de un interino en paro (LXXIX)
Hoy toca recordar a don Manuel Alcántara, en unas letras publicadas en Vuelta de Hoja, allá por 1999, que aunque pase el tiempo el principio de Peter sigue estando vigente hasta la eternidad: "Los consejeros de cultura son como los pollos, se comen los que les echen, y en los corrales no hay libro de reclamaciones".
Definitely Maybe. Veinte años después.
Mientras me enfrascaba en limpiezas imposibles durante horas el viernes pasado en la residencia catastral, Virginia Díaz nos recordaba en un especial de 180 grados de Radio 3 que se han cumplido veinte años del Definitely Maybe de Oasis. 20. Ni más ni menos. Hasta la Mona Lisa envejece que dicen en El Club de la lucha. La sola portada de ese disco es mítica. Vasos vacíos, vasos medio llenos, el inútil viendo la tele, Noel guitarra en mano en el sofá, Liam vacilando boca arriba en mitad del salón, vino y más vino. Todo muy familiar, lucha fraternal que pasaba de la admiración al desacato casi judicial. Estas sintonías, las del Definitely Maybe, copiadas sin el más mínimo reparo desde Magnum a himnos harrisonianos, son jodidos himnos. Esa imagen de portada es una declaración de intenciones al más puro estilo O'Neal en palabras de Montes referidos al artículo 34: "hago lo que quiero, como quiero, dónde quiero y cómo me da la gana". Lo de siempre. Y encima, en mitad de la lluvia del 94 no eran del United, eran del City y se jactaban de ello luciendo camiseta azul en algún video. ¿Recuperar lo mejor y lo peor de finales de los sesentas y primeros de los setentas? Puede ser. ¿Mucha copia? Quizás. Declaraciones de amor en mitad de la desesperación. A lo mejor se pasan con la didáctica en unos años en los que el grunge se desengraba. Quizás. Demasiado retrodinamismo beatle, demasiado stone para el 94. Quizás. Pero la neurosis seguía así y la atmósfera, y la lluvia del otrora Ma(d)chester necesitaba pop. Pintas de grupo de instituto. Quizás. Futbolistas olvidados. Belleza sonora con más o menos prejuicios. Fragilidad al poder. Quizás. Pero la épica se encuentra en cada uno de los estribillos, vivamos o no para siempre, encontrando adversidad a cada vuelta de esquina en la que los perros dejan su líquida huella. Los chubasqueros de la venta del alma no son suficiente. Esos ecos del Definitely Maybe son los que encontramos en el pop británico de todas las épocas. Sí, estaban aquí, pero había que recordarlos, darle nueva/vieja/copiada forma. Pero había que darle la jodida forma. Lo que vino después no importa. ¿Quién no haría lo mismo en su lugar? Recordando Aforismos de Fagus, únicamente temía o le asustaba la conciencia de sus jueces. ¿Quiénes somos para juzgar obras maestras? Busquemos, como don José Ortega y Gasset, valores atemporales. Y el Definitely Maybe es uno de ellos. Y punto.
domingo, 24 de agosto de 2014
Super 8. Veinte años después.
Escribía Manuel Alcántara un 5 de noviembre de 2001 en su Vuelta de Hoja que “todos los males del hombre provienen de no saber quedarse en su habitación”. Este verano he estado encerrado muchos días recordando viejos discos de los años 90’s. Uno de ellos, el Super 8 de Los Planetas que han recordado esta semana en Radio 3 en 6x3. Pasando décadas, pasando fronteras, en este caso con palabras de Florent. Desorden y desamor, a dosis iguales, a dosis fraccionadas que en menos de una hora te ponen en tu sitio aunque tengan momentos inasibles en las que no sabes por donde agarrarte en mitad del barranco. Demasiados espíritus presentes, demasiadas profundidades emocionales, demasiadas exploraciones existenciales. No es únicamente el espíritu de Ian Curtis, no solo hablamos sin sentido cuando le damos la vuelta a un disco una y otra vez. No es el salón, es la habitación, sin cóctel en la mano. ¿Frivolidad veinte tacos después? Tal vez. No lo sé, faltan palabras. O quizás, sobran. Inadaptación al pasar los 37. Puede ser. Demasiado sudor neuronal, demasiada acidez, demasiada emoción. ¿Flagelos para una existencia en la que Los Planetas son agentes decisivos? Pues no lo sé, aunque no me canse de estar horas y horas con Super 8 y con Una semana en el motor de un autobús. Son historias dolorosas, pero en plan Eddie Vedder, hay que tragar veneno emocional hasta inmunizar el alma. El corazoncito, la patata, sale a relucir en las cajas diabólicas, en 10.000, en De viaje, en Qué puedo hacer, en todas y cada una de ellas. La postal del día no llega al buzón (ni falta que hace). El ordenador reproduce, una y otra vez, todo Super 8, como si una sinfonía clásica fuera, como si hubiera que poner un altar por cada Corpus diario. ¿Alucinación? ¿Inocencia? ¿Miedo? Ni puta idea. En ese baúl que es Super 8 cabe casi todo, como el brillo endemoniado de Caja del diablo. Ni True Blood en sus mejores días. Esa tensión, canción, tras canción. Esa efectividad emocional. Esa jodida reverencia. Hay que arrodillarse y dar gracias a Dios por esos putos himnos. Quizás brille, por momentos, algo huidizo. Quizás, en momentos concretos, piensan en eliminar las canciones, no escucharlas nunca más. Pero no. No se puede. El silencio se rompe una y otra vez, y lo que hay que romper de nuevo es el tímpano. Y vuelven a ser canciones relucientes, aunque encerrado en ese bucle a veces dé pereza mover una pierna y otra (ahora creo que lo llaman andar). Es un ejercicio deslumbrante empezar de nuevo Super 8, matiz a matiz, viñeta sonora tras viñeta sonora, fatalidad tras fatalidad. No me gusta extenderme, que pierdo tiempo en descubrir nuevos himnos, pero hay días que los himnos inventados no tienen rival. Eso pasa con Super 8, que en comparación con muchos todo parece chiste ambulante. Buscad la metáfora correspondiente, que yo me pierdo. Y todo lo demás.
sábado, 23 de agosto de 2014
viernes, 22 de agosto de 2014
Molineando
Hace unos días estuve con Don Importante molineando por tierra cartageneras. Botones de El Algar y Los Urrutias de muestra.
jueves, 21 de agosto de 2014
Utopía. Segunda temporada.
Ébola. Se monta la mundial. Con tipos haciendo el jarra y con fotógrafos como locos con sus cámaras fotografíando a esos tipos que hacen e l jarra. ¿Menos de dos mil muertos por todo este follón? ¿Y no nos preocupan los millones de muertos anuales por malaria? ¿O el SIDA en África? ¿O el botelleo en el primer munda de comida basura y garrafón subvencionado? Meo agua bendita al leer a algunos ( y a algunas, Bibiana Aído, viva la igualdad, que hay estúpidas también en este mundo generalizado y banalizado por la estupidez de Internet) quejándose del nivel de la segunda temporada de Utopía. Sí. Creo que alguien se quedó en el primer capítulo, con los saltos temporales, y Margarita Thatcher y Aldo Moro y todas esas mierdas. La niebla nos impide ver por la autopista y, en vez de frenar y meter cuarta, pisamos el acelerador y nos la jugamos aunque escuchemos sonido de ambulancia. Me disperso. A lo que iba al principio. La premisa de Utopía es real y reconocible: ¿debemos poner coto a la humanidad? ¿Seríamos capaces de planificar durante épocas un virus que redujese la población a 500 millones en dos o tres oleadas? ¿Os rasgáis las vestiduras? Leed la Biblia, que con ella se hacen maravillas (preguntadle a la señorita Hyde y salid de dudas, joder). ¿Qué cojones van a hacer los que vienen detrás de nosotros sin fertilizantes? ¿Y sin petróleo? ¿Dejamos que se coman el marrón o les ahorramos parte del trabajo? ¿Son las muertes preventivas peores que las que vendrían después? Jugad a ser dioses, pero dejad algo para los utópicos, que la cabeza de Moro dio para mucho hasta que sangró en condiciones.
The Killing. Cuarta temporada
Holder y Linden. Alfa y omega. Holder y Linden, fumando en el coche una y otra vez. La jodida lluvia, una y otra vez. No hay carteles de los SeaHawks, pero sabemos que están ahí, tanto o más que el espíritu de los Sonica. Holder y Linden cazando al malo, aunque eso lleve a la desesperación. Recaídas y gritos, Holder y Linden. Todo lo bueno se acaba, como el final en éxtasis de cada episodio. Holder y Linden, hasta el infinito. Corta pero siempre interesante esta cuarta temporada de The Killing para bajar la persiana, en plan Bulevar de Chema Rey. Con media docena de buenas dosis de Holder y Linden. Ya están en el imaginario colectivo los olvidos con Jack, las malas pulgas diarias, los berrinches y las jodiendas del árbol de la vida de la isla de Sarah. Menuda casa. Y casquillos para todos. Y Joan Allen, que aunque ha envejecido mal, tiene un buen papel. Y los problemas de los ricos, y las escuelas militares, y las fotos y las familias (mal)criadas. Y todo lo demás.
viernes, 15 de agosto de 2014
Halt and Catch Fire. Primera temporada
Vi los dos primeros capítulos de Halt and Catch Fire con don Importante. No tengo ni puta idea de informática (ni falta que me hace) . H&CF, con la escusa de los ordenadores, y los portátiles, y el software, y el hardware, y todas esas mierdas, nos mete en la espiral de la superación, de querer más, de no conformarnos con medianías. Pero no te puedes fiar de nadie, y, menos en 1983. Pero también es la historia de padres cabrones, y padres perdidos, y madres que te miran por encima del hombro, y madres que están tocando la guitarra todo el día. Y con cuatro personajes principales y unos buenos secundarios ha salido una historia casi redonda. ¿Simplista a treinta años vista? Quizás. Pero ese no conformarse lleva a más. Las preguntas de la conciliación entre vida familiar y laboral; la existencia del mecenas financiero; el personaje del otoño embaucador, del estar perdido sin dirección llevando a todos al desastre (o al éxito). Hay que esperar más y que la burbuja siga creciendo hasta hacer crack. Y todo lo demás.
viernes, 8 de agosto de 2014
Gomorra. La serie. Primera temporada
En el Pleistoceno de este Gintonicdream hay una alusión a la película Gomorra, obra por la que el señor Saviano empieza a no dormir tranquilo. Gomorra, la serie es más actual. Es más de móvil, es más del Nápoles de Hamsik, de las crestas y los tatuajes, de las motos de alta cilindrada. Pero sigue siendo Nápoles, y los clanes, y la mafia, y el trapicheo, y el querer y no poder, y los arrepentimientos, y los chivatos y los chivatazos, y las llamadas que no se hacen, y el ascenso de los hijos. ¿Qué hubiera pasado si a mitad de Los Soprano se hubieran cargado a Tony y el imbécil de su hijo se hubiera hecho cargo del negocio? ¿Qué papel hubiera jugado Carmela en todo eso antes de convertirse en Nurse Jackie? Nunca lo sabremos, porque eso sería jugar a ficción dentro la misma ficción televisiva? Aunque, visto con perspectiva, este Nápoles de mafia se queda en chiste ambulante comparado con el pelotazo de los Pujol y las Ferrusolas. No sabemos si Espanya ens roba, pero lo cierto es que en la Gomorra napolitana todo el mundo roba y trapichea. ¿Nos cansamos de robar? ¿Nos cansamos de luchar? Hay que agradecer que en esta Gomorra, la serie, se nos muestre el lado desagradable del tiro porque sí, de la señora que acaba en mitad de la nada, de las juergas nocturnas, del sabor de la pasta y de un Ciro elevado a los altares televisivos como Dios y la mafia manda. Si, Dios. Porque Dios y la Virgen no paran de aparecer en Gomorra: en las casas, en las mansiones, en los pisos de mierda, en los barrios marginales, en los primeros y últimos disparos: siempre hay una virgen en un portal con la vela de turno. Y todo lo demás.
Coda: en las discotecas se bebe de todo, pero nunca había visto a nadie beber en una discoteca lo que el gran Ciro tiene que beber. Eso es estómago y, lo demás, romanos mierdas y cobardes.
jueves, 7 de agosto de 2014
#SOSRealMurcia
Imágenes de anoche en la capital del antiguo reino valcarcil, ahora sultanato de Sean Connery. La ira de la afición la monopolizaron el señor Samper y la delegación de Hacienda de la Gran vía. Pintan bastos.
Mafiosa. Le clan 1. Primera temporada
Llegué de milagro a la primera temporada de Mafiosa, Le Clan. Un cruce, un semáforo, una eme en mitad de muchos párrafos inconexos. Novedades, sin Carminha, respecto a otras series mafiosas. Primero, la ubicación. La Córcega francesa, mitad italiana, mitad independentista. Suena la palabra colonial durante esta primera temporada; se habla del continente, de los que vienen del continente. ¿Se puede contar con los que vienen del continente? Tiempo al tiempo, que diría Montesdeoca. Tiempo al tiempo. Pero la gran novedad, es la lideresa, la canciller, la mandamás, la protagonista. Muere el líder del clan sin descendencia masculina directa y el negocio va a la sobrina. Brillante abogada que a golpe de revólver y metralleta se hace con el chiringuito… aunque el chiringuito en la serie sea otro. Hay que saber cómo asciende el personal en el escalafón mafioso. ¿Cómo llegó Nucky Thompson a ser quién fue? Nada es fruto de la casualidad, pero hay hechos que ayudan, que dan un empujón. Al igual que en Los Soprano, en Mafiosa, Le Clan, hay circunstancias como la muerte y la enfermedad que ayudan a la Aguirre de turno. Y, sobre todo, la familia. El hermano de la jefa del clan, mano derecha y consejero delegado, brazo ejecutor al que no le importa manchar sus manos con sangre de cualquier procedencia; la cuñada ansiosa y adicta al juego y con más deudas que la Argentina de Cristina antes y después del corralito; la sobrina Carmen, lianta y que promete en próximas temporada; la madre esquizofrénica y loca perdida; los tíos cabrones; y un sinfín de enclenques, hijpoutas, maleantes, locos, chatarreros, infiltrados, escoria variada y chusma al más puro estilo fabral. Fabral, eso he dicho. Recomendable primera temporada para pensar en cómo se merece alguien una bala por tocar el dinero ajeno. A los amigos de lo ajeno, balas. Y todo lo demás.
miércoles, 6 de agosto de 2014
Con un Montilivi tuvimos bastante
Después de lo que pasamos en Montilivi el 19 de junio de 2010 tuvimos bastante. Con un Montilivi fue suficiente.
martes, 5 de agosto de 2014
De manifas y viajes pagados
Anda el personal con la bilis revuelta por la capital del sultanato de Sean Connery. Ahora resulta, sin permutas, que todos somos, en primera persona masculino singular (incluso en femenino singular) expertos en historia del Real Murcia. Viene un tipo de fuera, hace su negocio, deja la púa y los pobres aficionados que han pagado religiosamente su abono durante años, con el agosto esquimal, a llenar las calles. A gritar. A hacer el julay, siendo utilizados no sé si de buena fe o de de fe umbral. Fe sin tilde, por supuesto. Y otro día hablaremos de las erizas, claro está. Y yo me preguntaría: ¿Me están utilizando una y otra vez? El abono de primera división que utilicé en el curso 2007-2008 era de 800 euros. La televisión en aquel año raro televisivamente hablando. La ayuda de las instituciones y todo lo demás. Y luego, encima, quieren utilizarnos, porque si este año hay salvación, será el siguiente, o dentro de dos. Pero todo se fue a la mierda hace mucho tiempo. Y punto.
lunes, 4 de agosto de 2014
Una de brotes verdes
Aunque más que de brotes verdes, en plan Elenita Salgado, habría que hablar de resurrección en plan nazareno. Casi.
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